
Federación del Miedo es una serie en línea publicada en BIONICLEstory.com el 2008. Se centra en el equipo del ex-miembro de la Orden de Mata Nui Brutaka, y su misión para liberar a Makuta Miserix, el ex líder de la Hermandad de Makuta.
Capítulo 1[]
Vezon abrió sus ojos, asombrado de aún estar vivo. Lo último que recordaba, es que estaba rodeado de Zyglak, que parecían inmunes a su ingenio y encanto. Luego hubo un destello, la sensación de ser agarrado por alguien mucho más fuerte que él, una sensación extraña de viaje, y oscuridad.
Miró a su alrededor. La habitación que ocupaba era una celda grande y no estaba solo en ella. Vezon no reconoció ninguno de los otros cuatro ocupantes, todos los cuales estaban bien lejos de los demás. Por reflejo, comenzó a calcular cuánto tiempo se tardaría en inhabilitarlos y la rapidez con la que podría forzar la cerradura de la puerta de la celda.
Las reflexiones de Vezon fueron interrumpidas por la aparición de una sexta figura fuera de la celda. Era alto, delgado y fuerte, llevaba un casco en forma de cúpula, y una muy mordaz espada de doble filo. El recién llegado examinó a los cinco prisioneros como si fueran cangrejos Ussal transporta-cargas listos para ser subastados.
"Mi nombre es Brutaka," dijo el visitante. "Sé que tienen preguntas - no estoy aquí para responderlas. Donde se encuentran, para quién trabajo, qué es este lugar - ustedes no necesitan saber. Lo que necesitan saber es que hay dos, y sólo dos, formas en que pueden salir de aquí."
Una hembra Xiana se acercó a los barrotes y dijo en una voz peligrosamente suave, "¿Y esas son?"
"Te puedes marchar, Roodaka, bajo tu propio poder, y llevar a cabo una misión para unos amigos míos", respondió Brutaka. "o te puedo llevar, plantarte en un agujero lejos, y ver si algo crece."
Brutaka dirigió su atención a los otros. "Todos ustedes tienen algo en común - todos han tenido asuntos con la Hermandad de Makuta. Roodaka, aquí, los traicionó con los Cazadores Oscuros, y luego traicionó también a los Cazadores Oscuros, así - ahora ambos bandos la quieren muerta. Takadox y Carapar por allí son Barraki, cuyos ejércitos fueron aplastados hace 80.000 años por la Hermandad. El Makuta en la esquina es Spiriah, que falló en un experimento en la isla de Zakaz tan mal que su propia gente lo marcó para la muerte."
Vezon tímidamente levantó una mano. "Disculpe, oh brutal, portador-de-espada, amante de la jardinería. Nunca he conocido a ningún Makuta cara a máscara y no reconocería uno si se parara sobre mí y me enterrara en la tierra. Creo que tal vez buscaba a otro... Soy Vezon con una 'n', verás, no Vezok con una 'k', -"
Carapar, el parecido a un cangrejo, corrió hacia él, agarró a Vezon por el cuello, y lo hizo rebotar contra la pared del fondo. "Hablas demasiado", gruñó el Barraki.
"Oh, sí," dijo Brutaka entre dientes, moviendo la cabeza. "Esto va a salir bien."
Capítulo 2[]
Roodaka estaba furiosa. Mientras caminaba a lo largo de la línea costera, vestida con una capa hecha de fibra de planta, se imaginó una y otra vez todas las cosas repugnantes en las que algún día convertiría a Brutaka con su girador Rhotuka. De un modo u otro, él iba a pagar por esto.
Brutaka y su equipo - Roodaka, Vezon, Carapar, Takadox, y Makuta Spiriah - habían llegado a las costas de la isla de Stelt en un pequeño bote. Tan pronto como Roodaka reconoció el horizonte, ella comenzó a protestar. Stelt era el hogar del difunto Sidorak, su antiguo compañero, y su pueblo. Peor aún, Roodaka había provocado la muerte de Sidorak, y era probable que todo el mundo en Stelt lo supiera. Ella sería tan bienvenida allí como una estampida de Kikanalo.
Pero Brutaka había insistido en que necesitarían un barco más grande para llegar a donde irían, y este era el lugar más fácil donde conseguir uno. El único otro miembro del equipo en expresar una objeción fue Spiriah, que creía que los agentes de la Hermandad de Makuta estaban esperando en cada pueblo para agarrarlo.
"¿Y cómo vamos a comprar este barco?" Siseó Roodaka. "No tenemos el equipo, ni otras armas aparte de la tuya, ni siquiera esos ridículos engranajes Matoran. No tenemos nada de valor que ofrecer a cambio."
"Por supuesto que sí tenemos", respondió Brutaka, mientras abría las puertas de una casa de comercio. "Te tenemos a ti."
Tan pronto como las palabras salieron de su boca Carapar la agarró desde atrás. El equipo, junto con Roodaka que forcejeaba, entró en la choza mal iluminada y con mal olor. El propietario era de la especie de Sidorak.
"Estamos aquí para hacer una compra", dijo Brutaka. "Su nave más rápida, equipada con suministros para un largo viaje hacia el sur."
"¿Al sur?" Resopló el comerciante. "¿Significa que nunca más veré a mi barco, o a ustedes otra vez? A menos que puedan hacerme rico - "
Brutaka quitó la capucha a Roodaka, quien lo miró con asesinato en sus ojos. "¿Será la recompensa que obtendrás por la captura de la asesina de Sidorak suficiente pago?"
El comerciante sonrió e invitó al equipo a ver su nave de premio. Tan emocionado estaba por visiones de las riqueza que pronto serían suyas que nunca se dio cuenta que Takadox había escapado. El barco resultó ser de buen tamaño, bien armado con lanzadores de discos, y lo suficientemente grande para acomodar al menos a una docena de seres. Un equipo de grandes matones de armadura azul y gris estaban trabajando en el en ese momento.
"Lo tomaremos", dijo Brutaka. Hubo un fuerte chapoteo del lado mar de la nave, pero nadie prestó mucha atención a el.
"Y yo me quedo con la asesina", dijo el comerciante. "Sidorak no tenía ningún valor, pero no podemos dejar que Vortixx y Rahi maten a los nuestros y se salgan con la suya, ¿verdad?"
Hubo otro chapoteo, luego otro, y otro. Brutaka los ignoró. "Por supuesto no. Pero si quieres que la gente crea que has atrapado a esta peligrosa criminal, tendrás que lucir como si hubieras estado en una pelea. Un ligero golpe en la cabeza será suficiente, tal vez. Mi colega, Vezon, puede encargarse - no sentirás nada."
"Nunca más," intervino Vezon, sonriendo.
Chapoteo. Chapoteo. Chapoteo.
El comerciante miró a Vezon, que no estaba ni cerca de como se imponía físicamente el resto del equipo. ¿Cuánto daño podría hacer? "Muy bien," dijo el comerciante. "Un golpe - ¡uno ligero! - Sólo para parecer convincente."
La sonrisa de Vezon se hizo más amplia. Roodaka luchó contra el agarre de Carapar. Brutaka caminó casualmente lejos de la escena, inspeccionando el barco. Vezon tiró su puño hacia atrás. Luego, con un movimiento suave, Brutaka giró y golpeó al comerciante en la parte posterior de su cabeza. El comerciante cayó al suelo, inconsciente.
"¡Hey!" dijo Vezon. "¡Él era mío! No lo habría lastimado... mucho... y yo sólo habría necesitado tres o cuatro horas y las herramientas adecuadas, sólo para asegurarme de que no fuera un problema."
"Ese es el punto," respondió Brutaka. "Tu disfrutas de tu trabajo un poco demasiado. Ahora todo el mundo a bordo - eso te incluye, Roodaka."
Subieron a bordo del barco encontrando a Takadox de pie solo. El Barraki hizo una pequeña reverencia, apuntó a sus ojos hipnóticos, y dijo: "La tripulación decidió ir a nadar, todos a la vez. Imagina eso."
"¿Por qué todas las molestias?" Murmuró Carapar. "Podríamos haber asaltado y robado el barco."
"¿Y tener a todo Stelt tras nosotros?", Preguntó Brutaka. "¿Por no hablar de todos los miembros de los Cazadores Oscuros y la Hermandad de los alrededores, tan pronto como se enteraran que Roodaka estaba aquí?"
"Pero ¿qué pasa con el comerciante, idiota?", Dijo Roodaka. "¡Me vio!"
Brutaka rió mientras el barco se movía lentamente lejos de la orilla. "¿Quién va a creerle a alguien tan estúpido como para quedarse quieto y ser golpeado?"
Capítulo 3[]
Brutaka y su extraña tripulación habían estado en el mar durante tres días cuando los reunió a todos. "Es hora de dejarles saber nuestra misión. Y antes de que pregunten, todos ustedes fueron elegidos para este viaje por una muy buena razón: Son prescindibles. A Nadie le va a importar si alguno de ustedes vive o muere, lo que los hace ideales para este trabajo."
Carapar refunfuñó algo indeciblemente vulgar. Brutaka prefirió ignorarlo.
"Vamos a una isla más al sur de cualquier cosa registrada en un mapa," continuó Brutaka. "Pero no está deshabitada. De hecho, tiene un residente muy especial: un Makuta llamado Miserix."
Ahora fue el turno de Spiriah para murmurar algo, aunque sus palabras fueron más de impacto que de enojo.
"Miserix, para aquellos de ustedes que no lo saben, era el líder de la Hermandad de Makuta antes de el actual dueño de ese título", dijo Brutaka. "Fue derrocado y terminó preso en una isla volcánica. Está protegido por Rahi y sólo los Grandes Seres saben qué otra cosa - cosas que alguien imaginaría serían capaces de matar a un Makuta escapando. Y es nuestro trabajo sacarlo."
Al principio, ninguno de los miembros del equipo dijo nada. Entonces Takadox habló. "¿Y qué obtendremos con esto? ¿Dinero? ¿Poder? ¿Nuestra libertad?"
Brutaka sonrió. "Tendrán la oportunidad de vivir un día más."
"¿Y qué haremos con él después de que lo tengamos?", Preguntó Roodaka. "¿Retenerlo para pedir un rescate?"
"Eso no es su problema," respondió Brutaka. "Todos ustedes tienen un papel que desempeñar en esta misión. Cuando nos acerquemos a la isla, recibirán armas y equipo. Traten de escapar, en cualquier momento, y mis amigos los cazarán - amigos que me hacen ver como un gran y mimoso cangrejo Ussal."
Fue Vezon quien los vio primero. Una pequeña flota de buques destartalados se acercaba desde el oeste. Estaban cerca de ser los barcos más feos que uno pudiese imaginar, ensamblados a partir de restos y escombros y apenas dignos de navegar. Pero él no se estaba fijando en el aspecto de los barcos, sino en la identidad de su tripulación.
"¡Zyglak!", Gritó.
Los otros corrieron a la barandilla para mirar. Efectivamente, los seres reptiles conocidos como "los errores de los Grandes Seres" tripulaban los barcos. Notablemente violentos y destructivos, los Zyglak odiaban al Gran Espíritu Mata Nui y todo lo relacionado con él. Era poco probable que estuvieran haciendo una visita social.
Brutaka trató de dirigir la nave lejos de ellos, pero el viento y las olas no estaban cooperando. Después de unos minutos, se dio cuenta por qué: Makuta Spiriah estaba utilizando su poder sobre el clima para mantener el barco en su lugar.
"¿De verdad creíste que sería tan fácil?", Dijo Spiriah. "Deduje nuestro destino hace días y pasé un mensaje a mis amigos Zyglak a través de canales en Stelt."
Vezon parecía horrorizado. Había pasado muchos días prisionero de los Zyglak no hace mucho tiempo. No era una experiencia que estuviera ansioso por repetir. "¿Amigos? los Zyglak no tienen amigos... sólo bocadillos que no han comido todavía."
"Son marginados," dijo Spiriah. "Y yo también. Ahora, Brutaka, estoy tomando el mando de esta nave. Vamos a tomar un nuevo rumbo, hacia la isla de Zakaz. Fue allí donde me encontré con la derrota y la desgracia - allí donde mi gran experimento fracasó, porque los habitantes eran demasiado salvajes para saber qué hacer con mis dones. Es culpa de ellos que fuera expulsado de la Hermandad - ¡y ahora van a pagar!"
Capítulo 4[]
Habían pasado tres días desde que Spiriah tomara el control de la embarcación del equipo. Desde entonces, se habían estado dirigiendo a la isla de Zakaz, rodeados por todos lados por barcos llenos de Zyglak asesinos. Spiriah había estado actuando totalmente como el capitán del barco, dando ordenes a los otros y siendo particularmente duro con Brutaka. A pesar de todo, Brutaka no dijo nada y no hizo ningún intento de atacar a Spiriah.
"Y pensar que estábamos empezando a tenerle un poco de miedo", dijo Takadox, haciendo un gesto hacia Brutaka.
"Habla por ti," respondió Carapar.
"Casa", dijo Vezon con alegría. "Es cierto, yo nunca he estado en Zakaz... Ni siquiera soy realmente una de las especies nativas... de hecho, probablemente me maten apenas me vean... o peor, me aten al revés sobre una planta daga con púas... pero al menos moriría en casa."
Roodaka había abandonado toda esperanza de que Brutaka fuera a actuar y se concentró en cambio en Spiriah. "La Hermandad se ha extendido demasiado en los últimos años," le aseguró ella. "Guerreando con Cazadores Oscuros y Toa... son débiles. Si los asaltaras ahora con tu ejército, podrías ocupar Destral y gobernar el universo. Por supuesto, necesitarías a alguien a tu lado que conociera todas las facciones y la mejor manera de usarlas..."
Spiriah la miraba como si fuera algo pegado a su bota. "Ofrecería antes mi cuello a una hoja de hacha sin filo antes que confiar en ti, mujer. Tu nombre se ha convertido en un sinónimo de 'traición'."
"Es mejor que ser un sinónimo de 'fracaso'," murmuró Roodaka.
La conversación terminó con la aparición de tierra a babor. Era la isla de Zakaz, en toda su arruinada "gloria." Un puñado de barcos de los Cazadores Oscuros se podían ver en las aguas cercanas, patrullando. Tras una palabra de Spiriah, los barcos Zyglak atacaron. Tomándolos por sorpresa, tres de los barcos de los Cazadores Oscuros fueron hundidos inmediatamente. Los otros quedaron varados en las costas de la isla, sólo para que las tripulaciones fueran heridas por una turba de nativos Skakdi.
Spiriah se rió ante la vista. "Los Skakdi creen que saben lo que es salvajismo", dijo. "Pero nunca han conocido a los Zyglak. Y los Makuta creen conocer todos los colores y formas de la venganza... pero voy a mostrarles un tono más oscuro de lo que jamás podrán imaginar."
La mini-Armada se lanzó hacia delante, los Zyglak ya se preparaban para asaltar las playas. Todavía quedaban 500 yardas hasta la orilla cuando el primer barco Zyglak de repente se sacudió y empezó a hundirse. Esto fue seguido por otro y luego otro. Pronto, los barcos Zyglak en cada lado estaban hundiéndose en el agua, y se abrían agujeros rasgados en sus cascos por debajo de la línea del mar.
Takadox corrió a la barandilla. Él alcanzó a ver a los seres justo debajo del agua, atacando la nave Zyglak. Desde la distancia, casi se parecían a su viejo aliado, Ehlek. Fueran lo que fueran, se movían como peces bajo el agua y los barcos no eran competencia contra sus garras.
Impresionado por la aniquilación abrupta de su fuerza, Spiriah no estaba preparado para el ataque de Brutaka. Una ráfaga de energía lo tiró a sus pies, una patada bien colocada lo mantuvo en el suelo, y luego la hoja de Brutaka presionó contra su armadura de pecho.
"Adelante," dijo Brutaka, fríamente. "Utiliza uno de tus poderes. ¿Crees poder hacerlo antes de que rasgue tu armadura? ¿Y cuánto tiempo crees que pueda durar tu energía aquí, sin cuerpo que ocupar? O tal vez debería tirarte por la borda ahora mismo."
"¿Cómo...?" Empezó Spiriah.
"¿Cómo me ocupé de los Zyglak?" Dijo Brutaka. "Sencillo. Tu tienes amigos; Yo también. Los míos son una especie de habitantes submarinos que fueron especialmente modificados por mis empleadores para asesinar Makuta. Ellos viven en la costa de Zakaz, y en este momento están practicando sus habilidades en tus Zyglak. No querrás mirar... es un desastre."
"Espera un minuto", dijo Takadox. "No es que me esté quejando, pero ¿cómo te las arreglaste para ponerte en contacto con estos 'amigos' tuyos? Si nunca abandonaste el barco."
Brutaka levantó a Spiriah con fuerza, poniéndolo de pie. A su alrededor, el océano estaba lleno de barcos naufragados y Zyglak muertos. "Spiriah tenía a sus amigos siguiéndonos. Y tuve a alguien siguiéndonos desde que dejamos Stelt, sólo en caso de emergencia... y aquí viene ella."
Los demás se voltearon para ver un pequeño esquife acercándose desde el este. Su piloto era una mujer solitaria, ágil y bien armada. Cuando llegó al lado y trepó a la cubierta de la nave, Roodaka notó que su brazo izquierdo era completamente mecánico. Por un momento, casi sintió pena por Spiriah.
"Este es el último miembro de nuestro equipo," dijo Brutaka. "Trátenla como me tratarían a mí... y estén seguros de que los tratará incluso peor que yo. Su nombre es Lariska."
Capítulo 5[]
Lariska se situó en la proa con Brutaka, viendo al barco abrirse paso a través del agua. Detrás de ellos, los otros miembros del equipo estaban vigilando atentamente a Makuta Spiriah - no es que pudieran hacer mucho para detenerlo si trataba de escapar. Pero Brutaka había hecho un pequeño cálculo y explicó a Spiriah el número de horas que podría sobrevivir una vez que la Hermandad de Makuta supiera dónde estaba. Luego aseguró a Spiriah que si la nave y sus ocupantes eran destruidos, la Hermandad sería notificada de inmediato sobre dónde empezar a buscar.
Eso era un fanfarroneo, por supuesto. Pero Spiriah había pasado gran parte de su vida huyendo de sus antiguos compañeros, y corriendo y escondiéndose haciéndose hábitos después de un tiempo. Como esperaba Brutaka, Spiriah lo aceptó y retrocedió.
El barco había virado lejos de Zakaz y estaba en camino hacia el sur. Había una parada más que hacer antes de dirigirse a su destino final. Esto era lo que temía Brutaka - que era hora de armar al equipo.
La isla que apareció a la vista era poco menos que un trozo de roca estéril. No era el sitio original para esta reunión, pero había habido un cambio de planes. Dos miembros de la Orden de Mata Nui, Botar y el guerrero de nueve pies de altura llamado Trinuma, habían sido enviados con un arsenal de armas para encontrarse con ellos en una pequeña, isla boscosa cerca del continente principal. Sin embargo, un Makuta llamado Icarax notó su aparición y los atacó. La lucha fue furiosa, pero breve. Botar fue asesinado, aplastado por el poder magnético del Makuta, y Trinuma apenas pudo escapar para contarlo. Desesperadamente, dejó las armas en el primer lugar al que llegó antes de volver a Daxia con la trágica noticia.
El barco ancló cerca de la costa. Brutaka advirtió a Takadox y Carapar que los estaría vigilando atentamente durante el nado, en caso de que tuvieran alguna idea divertidas sobre bucear hacia las profundidades y escapar. Vezon fue el primero en reaccionar cuando pusieron un pie en la orilla rocosa.
"Algo aquí está mal...", dijo, en un tono inusualmente serio. "Algo incluso más allá de mis poderes para enfrentarlo."
"Tú no tienes ningún poder, fenómeno," le recordó Carapar bruscamente.
"¿No los tengo?" Dijo Vezon, aparentemente confundido. "¿Dónde estaba yo cuando estaban siendo entregados? Veamos... la guarida de Makuta... Voya Nui... túneles... prisión... cómo podría haberme perdido la reunión, estaba siempre donde estaba la acción."
"Silencio", dijo Lariska, apuntando con su daga. "Una cosa si es cierta en tu balbuceo. Algo no está bien en este lugar."
Brutaka se acercó, llevando las armas. Takadox tomó una hoja larga y delgada, mientras que Carapar agarró un sable. Roodaka apresuradamente tomó un Lanzador Rhotuka. Brutaka entregó a Spiriah un arma de proyectiles y le advirtió con una sonrisa fría no apuntarse a sí mismo ... o a alguien más. Vezon recibió una lanza, que dio vuelta en sus manos sin gran entusiasmo.
"¿Qué es lo que hace?", Preguntó.
"Nada," respondió Brutaka. "Pero con tus poderes, no la necesitarás, ¿verdad?"
Vezon se iluminó. "Cierto", él aceptó, después de haber olvidado una vez más que no tenía poderes. Carapar gruñó con frustración y se alejó.
"Tenemos lo que vinimos a buscar." dijo Takadox nervioso. "Vámonos."
"Hay algo en esa cueva más adelante", dijo Lariska. "Puedo escuchar que suena como una respiración, pero es un... sonido húmedo, como si el ser inhalara por el barro. Y hay algo más... casi suena como... algo deslizándose."
Spiriah dio un paso atrás. "Yo sé dónde estamos," dijo, sus ojos iban de un lado a otro como si esperara un ataque. "Mutran me habló de este lugar, aunque no lucia así hace siglos. Tenemos que irnos. ¡Tenemos que irnos ahora!"
Pero ya era demasiado tarde. enormes paredes de roca de repente surgieron desde la línea costera, formando un muro de 200 pies alrededor de la isla y separando al equipo de su barco. "Derríbenlo," ordenó Brutaka. Pero incluso el poder de su espada no fue suficiente para penetrar en la piedra.
Spiriah cambió de forma dándose a sí mismo alas y estaba tratando de volar por encima de la parte superior. Una afilada lanza de piedra creció desde la parte superior de la pared y empaló una de sus alas, lanzándolo en espiral hacia el suelo. Lariska corrió, saltó, golpeó los pies contra la pared primero, y se impulsó a sí misma en el aire para atrapar al Makuta que caía.
No había tiempo para maravillarse con su hazaña atlética o hacer otros intentos de escapar. Por ahora una voz venía de la cueva, pero no una voz como la que cualquiera de los presentes hubiera oído jamás. Sonaba como el viscoso, repulsivo sonido que se produce cuando se molesta a un nido de gusanos para carnada. Incluso Brutaka tuvo que reprimir un escalofrío.
"Visitas", dijo la voz. "Al fin."
"¿Quién eres?", Dijo Brutaka. "¿Tú nos aprisionaste aquí? Te lo advierto, no sabes el poder al que te enfrentas."
Un tentáculo gigantesco salió disparado de la cueva, envolviéndose alrededor de Brutaka y tirando hacia dentro. En el momento siguiente, estaba en presencia de algo tan horrible, tan ajeno, que le tomó toda su fuerza de voluntad sólo para aferrarse a su cordura.
"Ahora", dijo la entidad que lo tenía en sus garras. "Ahora cuéntale a Tren Krom de tu poder."
Capítulo 6[]
Brutaka trató de cerrar los ojos. No ayudó. No pudo sacar la imagen de Tren Krom de su cabeza - una retorcida, masa carmesí con tentáculos saliendo de un núcleo central gelatinoso, con dos ojos amarillos muertos que de alguna manera seguían cada movimiento sin tener que moverse. Al menos, eso era lo que había visto a simple vista - de alguna manera, Brutaka sabía que mirar a Tren Krom mucho tiempo sería invitar a la locura.
La entidad parecía con el paso del tiempo haberse fusionado con el suelo de piedra y las paredes de su cueva, de manera que el acechador y el lugar para esconderse eran uno. El hedor agrio de la descomposición flotaba sobre todo. En vano, Brutaka trató de liberarse del agarre del tentáculo de Tren Krom. Podía sentir al ser extraño tratando de sondear su mente, pero hasta ese momento, el entrenamiento mental de Brutaka le había permitido resistir. Si eso fallaba, por lo que sabía, los secretos de la Orden de Mata Nui estarían expuestos a este monstruo.
"¿Qué maravillas han entrado a mi universo en los milenios desde mi exilio?", Dijo Tren Krom suavemente, su voz tan repugnante como su forma. "¡Tengo que saberlo!"
Vacilantes, los otros miembros del equipo de Brutaka habían entrado en la cueva, sólo para desear no haberlo hecho. Fue sólo Lariska, daga de protoacero en mano, lo que les impidió huir.
"Me creen un alien... un 'otro'... continuó Tren Krom. "Pero yo soy la sustancia de este universo, y entré aquí mucho antes que ustedes, e incluso el mismísimo Mata Nui. ¿No han oído las historias?"
"Hay un Tren Krom en la leyenda", dijo Brutaka. "Pero... los cuentos obviamente dejaron algunas partes fuera."
Tren Krom rió. El sonido hizo que el equipo deseara que la muerte viniera por ellos en ese momento. "Antes de que el Gran Espíritu Mata Nui naciera, los Grandes Seres crearon un ser que era puramente orgánico. Me enseñaron el universo que estaban creando y me colocaron en su núcleo. Allí estaba yo, permaneciendo, manteniendo el calor, la luz, todas las fuerzas que hicieron completa su creación..."
Brutaka fue capaz de liberar parcialmente un brazo. Con un poco de suerte, él sería capaz de poner su mano en un puñal y liberarse... todo lo que necesitaba era tiempo. "¿Entonces qué pasó? ¿Cómo acabaste aquí?"|
"Mi tiempo estaba destinado a ser corto," contestó Tren Krom. "Estaba para guiar a este universo hasta que Mata Nui estuviera dispuesto a tomar el poder. Un Matoran de la Luz vino a mí y me dijo que había llegado la hora para mí de seguir adelante... él era un constructor de contenedores, cuya cordura no sobrevivió a nuestro encuentro. Me rendí a mi suerte, sólo para ser exiliado aquí por los Grandes Seres y unido a esta roca. "Su voz afinada se tonó cargada de amargura. "El universo, al parecer, no necesitaba dos entidades supremas."
"¿Qué... qué quieres de nosotros?" Susurró Vezon. "Y por favor no le pidas a alguien que sostenga tu espejo por ti."
"Me gustaría saber que ha sucedido en el universo en los últimos 100 milenios," respondió Tren Krom. "Mis visitantes han sido pocos en número. Ustedes siete permanecerán aquí y voy a adquirir los conocimientos que necesito de sus mentes... por supuesto, por desgracia, es posible que no les quede mente cuando haya terminado."
"¿Por qué preguntarnos?", Dijo Lariska. "Obviamente no te importa realmente."
"¿Quieres callarte?" Siseó Carapar. "Regla número uno: no molestar al gigantesco, monstruo con tentáculos, ¿o no le enseñan eso a uno en la escuela de El Sombrío?"
"Cállate", espetó Lariska. "Tren Krom... tu universo está en peligro. Es nuestro trabajo ayudar a salvarlo. Si nos mantienes aquí, podrás estar dañando la única cosa que ayudaste a traer a la existencia."
Carapar se movió lentamente hacia un lado, con la espada en mano. Nadie le prestó atención - todos los ojos estaban puestos en Lariska, que había sido agarrada por uno de los muchos brazos de Tren Krom. Sin el entrenamiento que Brutaka poseía, su mente era un libro abierto para la entidad. Ella gritó mientras una vida de recuerdos fue examinada en un instante, gritó cuando vio destellos de la mente antigua de Tren Krom. Cuando por fin la soltó, ella se desplomó en el suelo de piedra.
"Mutran," Tren Krom dijo a sí mismo. "Hace tanto tiempo, entré en su mente... y él en la mía... y así descubrió la mejor manera de atacar a Mata Nui. Él y los suyos se han atrevido a alcanzar por el poder que el destino eligió negarles. Cuan... intrigante."
"Es más que eso", dijo Brutaka. "Dile, Spiriah - dile lo que le pasará si los Makuta tienen éxito en sus planes."
"Si el plan tiene éxito..." Spiriah comenzó. Miró a su alrededor como si uno de sus antiguos compañeros pudiera estar en algún lugar cercano, escuchando. "Una sombra caerá... Makuta gobernará el universo, su voluntad será impuesta por los Rahkshi. Cualquiera que tenga el poder de amenazar su mandato morirá... y eso significa cualquiera."
"Imposible," dijo Tren Krom. De pronto, la mente de cada miembro del equipo se llenó de imágenes de pesadilla proyectadas por la entidad con tentáculos, visiones que dan náuseas incluso a los locos. "Nadie puede acercarse sin mi consentimiento. Nadie puede luchar contra mí. Nadie me puede matar. ¡Soy eterno!"
Brutaka tenía ahora su daga en la mano. "Tal vez no," dijo. "Pero apuesto a que hubo un tiempo que dijiste que nadie podría aprisionarte... y mira lo que ha pasado."
Tren Krom pausó su pensamiento. Brutaka comenzó a hacer su movimiento, a continuación, pudo ver a Carapar por el rabillo del ojo. El Barraki levantaba su espada para atacar a la entidad. Era demasiado tarde para gritar, demasiado tarde para detenerlo.
Carapar bajó su hoja, seguro de que había tomado a su enemigo por sorpresa. A continuación, un tercer ojo de repente apareció en Tren Krom, uno mirando directo a Carapar. El Barraki se congeló a mitad del ataque. Un rayo de energía se disparó desde el ojo, bañándolo en su resplandor. En el instante siguiente, Carapar se rompió en fragmentos como si hubiera estado hecho de cristal. Entonces ya no quedaba nada de él, nada más que un montón de polvo brillante en el suelo de piedra.
"Ayudé a dar a luz a un mundo de orden," susurró Tren Krom. "Pero por lo que he visto en la mente de la mujer... lo han convertido en un universo de locura y miedo. No vale la pena salvarlo. Pero es el universo que ustedes y los de su tipo se merecen."
Tren Krom arrojó a Brutaka a su equipo. Spiriah utilizó sus poderes magnéticos para atajarlo antes de que pudiera chocar contra la pared. Los tentáculos se retiraron entonces, envolviéndose alrededor del núcleo del ser de Tren Krom.
"Váyanse", dijo la entidad. "Salgan de mi prisión... tomen sus recuerdos y planes con ustedes... pues los horrores que ya están en sus mentes son peores que cualquiera que yo los pudiera hacer visitar. Yo los condeno a su destino - la vida en el universo que ustedes y los de su tipo han hecho."
Nadie iba a tomarse el tiempo para discutir. Recogiendo a Brutaka y Lariska, huyeron de la cueva, incluso mientras los muros de piedra que rodeaban la isla se retractaban en la arena. Sólo Takadox hizo una pausa para mirar hacia atrás a la caverna donde Carapar había muerto, preguntándose por solo un momento lo que sería necesario para poner fin a la vida de un ser más viejo que las estrellas.
Capítulo 7[]
Brutaka y Lariska estaban juntos, viendo a Takadox de pie en silencio junto a la barandilla del barco. "Me preocupa ese", dijo Lariska. "Él no ha dicho una palabra desde que dejamos la isla de Tren Krom, tras la muerte de su amigo Carapar."
"¿Amigo?" Resopló Brutaka. "Los Barraki no tienen amigos, sólo personas que utilizan - y Carapar era el títere favorito de Takadox. Además, no pierdas tu preocupación en él - guárdala para nosotros", dijo apuntando desde la proa. "Hemos llegado."
Surgiendo de la niebla había una isla de arena oscura y rocas dentadas, picos volcánicos y extraños Rahi arqueando y dando vueltas por el cielo. A pesar de la luz brillante que provenía de las aguas alrededor de ella, la isla parecía estar en sombra perpetua.
"Bienvenidos a Artidax", dijo Brutaka.
Vezon se acercó, riendo. "Espero que sobrevivamos nuestra estancia."
Brutaka echó un vistazo a su equipo - un Barraki, un medio-Skakdi, un Makuta, una ex reina de los Visorak, un Cazadores Oscuros, y él mismo. "Bueno, si no lo hacemos, ¿quién sabe? El mundo podría ser mejor sin nosotros."
Brutaka y Spiriah, siendo los dos miembros más poderosos del equipo, lideraron el camino a la costa. Mientras pisaban las arenas de ébano, todo parecía tranquilo. "¿Así que no sabes nada acerca de las defensas aquí?" Preguntó Brutaka.
"Sólo lo que Krika a veces hablaba. Ideas que tenía", dijo Spiriah. "Te das cuenta de que todo esto es una idea terrible."
"¿Qué?"
"Liberar a Miserix," dijo Spiriah. "Él no puede detener el plan. Todo lo que encontraremos aquí sera una muerte temprana. Escucha, nosotros -"
Lo que sucedió después fue sorprendentemente rápido. Las arenas negras comenzaron a arremolinarse en torno a Spiriah, formando una mano que agarró al Makuta y comenzó a arrastrarlo bajo la arena. Brutaka tomó la mano de Spiriah, llamando a los otros, "¡Ayúdenme!"
Lariska, Vezon y Roodaka corrieron en su ayuda. Takadox se quedó atrás, de vez en cuando mirando hacia el barco como si contemplara escapar. El tirón de la arena era demasiado fuerte y la máscara de Spiriah ya había casi desaparecido bajo ella. Entonces Roodaka disparó su lanzador Rhotuka, el girador impacto la arena viva y muto los granos en un enjambre de Luciérnagas. Incapaz de mantener su agarre en esta nueva forma, liberó a Spiriah. El Makuta se arrastro de regreso a la playa, maldiciendo.
"Soy un idiota", dijo Brutaka. "Debí haberme dado cuenta - Krika preparo este lugar para detectar la presencia de un Makuta y reaccionar. No quería que Miserix escapara, o que cualquier otro miembro de la Hermandad lo encontrara y terminara con él."
"Entonces sería una locura para mi seguir adelante," dijo Spiriah. "Te traje aquí - no me necesitas más."
"Por el contrario," dijo Lariska. "Creo que serías muy útil. Ha oído alguien hablar de un Kinloka acechando?"
Sorprendentemente, Vezon fue el único que asintió. Cuando todo el mundo se volvió a mirarlo, él se encogió de hombros. "Vezok. Vio un montón de cosas, y ya que vengo de él, yo también las vi. Avísenme, cuando hayamos terminado aquí, ¿Quién quisiera matarlo? Incluso limpiare después."
Lariska volvió a Brutaka, haciendo caso omiso de su loco compañero. "Kinloka son roedores, que se encuentran en muchos lugares, entre ellos Zakaz. Cuando los Skakdi necesitan cruzar terreno que podría ser una trampa explosiva, envían a los Kinloka a pasar primero. Las criaturas activan las trampas y los Skakdi pueden cruzar a salvo."
"Y las trampas aquí son sensibles a los Makuta," dijo Roodaka, sonriendo. "Ya veo ya veo. Y ahora que lo pienso, Spiriah es algo roedor."
Spiriah, se puso en pie, miró directamente a Brutaka. "No. Ni siquiera si me da la oportunidad de eviscerar a esa Vortixx -"
"Cuida tu boca," escupió Roodaka, apuntando su lanzador hacia él", mientras todavía tengas una."
Brutaka puso su brazo alrededor de Spiriah y se lo llevó. "Tú no estás viendo el panorama general aquí. Cuando todo esto termine, la Hermandad todavía podría ser una poderosa criatura, sólo que sin una cabeza. Y va a necesitar un nuevo líder... y los seres con los que trabajo recordaran quién les ayudo... y quién no lo hizo. Confía en mí, tienen una gran memoria."
Sólo tomó unos minutos más de conversación en voz baja antes de que Spiriah volteara hacia el grupo y anunciara que iba a ser su guía en Artidax. De inmediato se puso en marcha hacia el interior, con el resto siguiéndolo. Lariska se puso al lado de Brutaka, diciendo: "Sabes muy bien que nunca podría ser líder de la Hermandad."
"Que piense que podría llegar a ser la cabeza", respondió Brutaka. "Eso le va a distraer del hecho de que él bien podría perder la suya aquí."
Su camino les llevó hasta la ladera de un volcán. Un túnel había sido horadado en la montaña en algún momento, siendo la única manera de atravesar directamente la isla. Spiriah avanzaba a zancadas por delante cuando Vezon saltó delante de él, levantando las manos. Luego señaló hacia abajo, en una vid muy estrecha que se extendía a través de la ruta de acceso. Esta conducía a un montón de piedras, puestas precariamente en la ladera.
Spiriah dio un paso con cuidado sobre la vid, seguido por los otros, y entró en el túnel. Fue sólo cuando estaban ya en el interior que Brutaka se dio cuenta de que faltaba alguien. "¿Dónde está Takadox?"
Lariska se volteo. "¡Ahí! ¡Cuidado!"
Brutaka giró para ver a Takadox bajando su hoja cortando la vid. En el momento antes que una avalancha de rocas los separara del Barraki y los atrapara en el túnel, todos ellos pudieron ver su sonrisa malévola.
Capítulo 8[]
Brutaka hizo a un lado un montón de escombros y se puso de pie. A su alrededor, Spiriah y Roodaka estaban usando la energía de sombras para liberarse. Vezon y Lariska no estaban por ningún lado.
Miró de nuevo hacia la entrada del túnel bloqueado. Unas descargas de energía sin duda despejarían el montón de rocas y piedras, pero Takadox ya hace tiempo se había ido. Ya habría tiempo para encargarse de él más tarde.
"¡Lo tengo!"
Brutaka giró para ver a Lariska agarrando por el cuello a Vezon que se retorcía. "Lo atrapé pasando a escondidas por un túnel lateral," dijo la Cazador Oscuro.
"Dejanos buscar a ese traidor," gruñó Roodaka. "Quiero su cuerpo destrozado bajo mi tacón."
"Estamos aquí para hacer un trabajo," respondió Brutaka. "Seguiremos avanzando. Todos nosotros," añadió, mirando fijamente a Vezon.
El túnel resultó ser mucho más que una mera vía. Se abrió una enorme caverna subterránea atravesada por un puente estrecho hecho de Protodermis fibroso. Abajo, el suelo estaba cubierto de una maraña gigante de lo que parecían ser ramas muertas entrelazadas entre sí. canales profundos habían sido tallados en las paredes por flujos de lava a través de los siglos. Extraños Rahi voladores colgaban del techo, sus seis ojos parpadeando lentamente al ver a los intrusos en su reino.
"Recuérdame no dejar que Makuta Krika haga los arreglos para mi próximo viaje de placer," murmuró Spiriah.
"Toda esta isla es volcánica", dijo Brutaka. "Erupciones de menor importancia en los últimos años, pero nada importante. Tahu y Kopaka se supone que se han ocupado del problema. De lo contrario, seríamos probablemente carne frita ahora mismo."
"Sin Carapar, sin Takadox. ¿Quién será el siguiente? ¿Spiriah el Hosco? ¿Brutaka el Grosero? ¿Vezon el Vencedor? O Lariska —"
La Cazador Oscuro sacó una daga y la arrojó a la piedra a la derecha a los pies de Vezon. El demente medio-Skakdi se volvió hacia ella, sonriendo, y dijo: "O Lariska, la sabia, maravillosa, y gloriosa homicida."
Brutaka abrió el camino a través del puente. En el otro extremo, la luz se filtraba por una estrecha abertura. El símbolo de la Hermandad de Makuta estaba grabado en la piedra al lado de ese portal. Alguien - tal vez Krika, tal vez Miserix - había marcado su camino, hace mucho tiempo.
"¿Qué vamos a hacer con este legendario Makuta cuando lo encontremos?", Preguntó Roodaka. "¿Qué te hace pensar que va a ayudar a la gente como tú?"
"Miserix odia a la Hermandad por rebelarse ante el," respondió Brutaka. "Él se aliaría con tres Matoran y un cangrejo Ussal si eso le permitiera vengarse de sus compañeros Makuta."
"Y entonces ¿qué va a ser para ti?" Insistió Roodaka. "¿Un general? ¿Un héroe? ¿Un símbolo alrededor del cual reunir a la resistencia contra la Hermandad? "
Brutaka negó con la cabeza. "Nada tan grande. Será un arma, como un lanzador Rhotuka o un lanzador fantasma. Y nosotros lo vamos a apuntar directo a la fortaleza Makuta en Destral."
Roodaka sonrió. "¿Y quién, si se puede preguntar... son 'nosotros'?"
Brutaka le devolvió la sonrisa, la sonrisa de un Kavinika a punto de darse un banquete. "Ahora, ahora... lo que no sabes no te cortara en dos y te tirara fuera de este puente."
"He oído algo," dijo Lariska. "Más adelante... podría ser una voz ... o el estruendo del volcán."
"He oído algo también," dijo Vezon.
"Cállate," respondió Roodaka.
"Y también veo algo," continuó Vezon. "Pero ya que no están interesados..."
"No lo estamos", espetó Roodaka.
"En lo personal, siempre encuentro mis comentarios y observaciones más interesantes," divagaba Vezon. "Realmente no has vivido hasta que hayas visto el mundo a través de los ojos de la locura. Por qué, la mitad del tiempo no sé si lo que veo es lo que realmente está allí, o lo que deseo que este allí... o lo que yo ruego, deseo, suplico que no este ahí."
"¿por qué lo hemos traído.?" Dijo Spiriah.
"Rompe con la monotonía," dijo Lariska.
"Me gustaría romper algo mucho más satisfactorio," siseó Roodaka. "He oído que los Skakdi hacen un sonido muy suplicante cuando los haces pedazos."
"Pero, ya que parece que no tienen interés", Vezon continuó, haciendo caso omiso por completo a los comentarios de sus compañeros de equipo. "Bueno, entonces, no voy a decirles que el suelo se está moviendo. Ustedes pueden averiguar por su cuenta."
"¿El piso se...?" Repitió Brutaka. Miró hacia abajo. Mucho más abajo, la maraña de ramas muertas había de hecho comenzado a cambiar. La razón se hizo rápidamente evidente: no eran ramas en lo absoluto, sino miles de retorcidos insectos de color carmesí, ahora desentrañándose los unos de los otros. Al parecer, era hora de despertar y estaban listos para su comida matutina.
Más rápido de lo que nadie podría haberlo predicho, comenzaron a trepar por las paredes del cañón en cada lado. En un instante, habían bloqueado las aberturas en ambos extremos del puente. La roca que los rodeaba ahora había desaparecido, enterrada bajo un mar de rojo deslizándose y muchas ojos que no parpadeaban, ojos de depredadores.
"No, no, no," dijo Vezon, moviendo la cabeza. "Demasiado tarde para disculparse. Muy, muy tarde."
Capítulo 9[]
Brutaka escaneo la caverna con los ojos entrecerrados. Los brillantes ojos de los insectos en todos lados lo hacían sentir como si estuviera atrapado en algún campo estelar lunático. Detrás de él, pudo escuchar a Vezon tarareando suavemente para sí mismo, como si fuera un paseo por la tarde.
"¿Nos abrimos nuestro camino fuera de aquí?", Preguntó Lariska, su mano en la empuñadura de su daga.
La respuesta de Brutaka fue voltearse hacia Spiriah. "Okay. Tu controlas Rahi. Haz que despejen el camino."
"Con una condición," dijo Spiriah. "Una vez que lo haga, seré libre. Podre dar media vuelta salir de aquí, tomar el barco - si Takadox no lo ha hecho - y irme. Y nunca más volveré a ver o oír de cualquiera de ustedes, o cualquier relacionado con ustedes, otra vez. "
"No lo estaba pidiendo," respondió Brutaka. "Te lo estaba diciendo."
"Soy un Makuta," dijo Spiriah. "Caído en desgracia, tal vez; víctima de los celos y el prejuicio, sin duda. Pero no seré mandado por un desagradable, loco -"
Brutaka dio a Spiriah un golpe sólido en la máscara, tirando al Makuta por el borde del puente estrecho. Spiriah alcanzo a reaccionar, apenas, y quedo colgando en el espacio.
"Creo que esto es lo que llaman 'no estar en posición de negociar'," dijo Brutaka. Activo el poder de su máscara, abriendo un portal dimensional en el espacio justo bajo los pies de Spiriah. "Si abro la apertura sólo un poco más hacia ti, te encontrarás en una dimensión llena de seres hechos de luz sólida. ¿Sabes lo que comen allí? Sombras. Vas a ser un banco de comida para ellos, Spiriah, pero tengo que advertirte - siempre tienen hambre. Y no cierran la boca cuando mastican."
Spiriah no dijo nada. En su lugar, redujo su densidad y flotó hacia arriba y lejos del portal de Brutaka. Luego flotó hacia abajo sobre el puente y se volvió sólida una vez más. "Lo haré", dijo. "Luego me voy. Te aconsejo no intentar detenerme."
El Makuta se concentró, activando su poder para controlar Rahi. No pasó nada, además de una agitación inquieta entre los insectos. Después de unos momentos, Spiriah se rindió frustrado. "Ya están bajo el control de una voluntad más fuerte. Debe ser Miserix."
Brutaka hizo un gesto hacia la pared viva de insectos que bloqueaba el camino por donde habían venido. "Entonces supongo que no te iras." Se volvió a Lariska. "Y nos abriremos paso. Tú te quedas atrás con Vezon. Roodaka, Spiriah y yo abriremos camino."
A la señal de Brutaka, él y sus dos poderosos aliados desataron sus poderes contra los insectos que bloqueaban el camino delante. Tan pronto como las criaturas de color carmesí cayeron, más llegaron a reemplazarlas. Peor aún, los que estaban detrás estaban ahora deslizándose a través del puente, acercándose a Vezon y Lariska.
"Tengo una idea", dijo Roodaka, invocando un disco Rhotuka en su lanzador. Ella disparó contra los insectos más adelante, el poder de su disco muto a las criaturas volviéndolas irreconocibles. Un instante después, los otros insectos se lanzaron contra las desafortunadas víctimas de su ataque. Los insectos mutados fueron brutalmente asesinados en cuestión de segundos, asesinados por ser diferentes al resto de las especies.
Al ver que su estratagema había funcionado, Roodaka repitió el proceso, esta vez apuntando a los insectos que bloqueaban el extremo del puente. Mientras mutaban y sus antiguos aliados se volvían contra ellos, apareció una abertura en la pared de los seres vivos. Con un rugido de triunfo, ella dirigió corriendo a través del puente y al túnel más adelante. El equipo no dejó de correr hasta que estuvieron bien lejos de la caverna.
"¿Están siguiéndonos?", Preguntó Brutaka.
"No parecen estarlo", respondió Lariska. "Tal vez no les gusta dejar su nido."
"O tal vez simplemente saben que tenemos que volver por allí, así nos puedan comer entonces," ofreció Vezon, alegremente.
"Tal vez hay otra manera de salir más adelante", dijo Brutaka.
"O tal vez nos termine gustando estar aquí," dijo Vezon. "Unas alfombras de césped, algunos dibujos rupestres, las cabezas de mis enemigos montadas en la pared... Podría ser muy agradable."
"¡Brutaka!" Roodaka llamó desde arriba más adelante. "Creo que será mejor que veas esto."
El equipo se apresuro por el túnel para unirse a Roodaka. Estaba de pie al final del túnel, mirando hacia otra enorme cámara. Más específicamente, ella estaba mirando al más grande ocupante de la cámara, una enorme bestia semejante a un dragón encadenada al suelo de piedra. Alrededor de él volaban muchos Rahi más pequeños, moviéndose rápido y esquivando la Mano de Sombras que de vez en cuando salia de el pecho de la criatura.
"¿Qué... es eso?", Preguntó Lariska.
Brutaka sacudió la cabeza con asombro. "Bueno, es de unos 40 pies de altura, de color rojo y plata, con cuatro patas, una cola, y un temperamento desagradable - y es a quién estamos aquí para rescatar."
"Miserix," susurró Spiriah.
"Está bien, podemos llevarlo a casa," dijo Vezon, "pero no esperes que yo limpie su desastre."
Capítulo 10[]
Vezon miraba desde la gigantesca, forma de la bestia encadenada semejante a un dragón a sus compañeros, luego, de nuevo al dragón, luego a Brutaka. Él abrió la boca para hablar, pero Brutaka lo detuvo.
"No lo digas," dijo Brutaka.
"Vamos a necesitar -" Vezon comenzó.
"Un barco más grande. ya lo sé," dijo Brutaka. "¿Alguien sabe que son esas... cosas... que están volando por todas partes?"
Las pequeñas criaturas aladas revoloteaban alrededor del dragón. De vez en cuando una liberaba un grito que hacia añicos la roca. "Se llaman Klakk," dijo Makuta Spiriah. "Algo que Mutran creó hace mucho tiempo atrás - su grito sónico es formidable. Deben estar diseñados como guardianes."
Brutaka frunció el ceño. Guardianes, de acuerdo, pero ¿contra quién? Él sabía que el dragón era de hecho Makuta Miserix, ex líder de la Hermandad. Se le había ordenado ejercutarlo, pero Makuta Krika en cambio lo habían encadeno aquí en la isla de Artidax. Era el trabajo de Brutaka rescatarlo para que la Orden de Mata Nui pudiera usarlo contra su antigua organización.
En ese momento, Miserix derepente se dio cuenta de ellos. Sus grandes ojos se estrecharon mientras hablaba y su voz retumbó como una avalancha distante. "¿Quiénes... son... ustedes?"
Brutaka empezó a decir, "Amigos", entonces decidió que en realidad no quiere ser considerado un amigo de esa cosa. "Estamos aquí para liberarle", dijo en su lugar. "¿Puedes cambiar a una forma más pequeña?"
"¿Por qué iba yo a querer hacer eso?", Preguntó Miserix. "¿Sabes cuantas de estas criaturas he tenido que absorber para llegar a un tamaño donde sus gritos ya no me causan dolor?"
"Vera, el tamaño es un problema, su inmensidad," Vezon intervino. "Sólo tenemos un pequeño barco, apenas algo más que una balsa, realmente, y si se hunde tenemos que nadar. Personalmente, no soy bueno en la natación - unos amigos míos se fueron a nadar, he oido, y ahora lucen como serpientes marinas, sólo su cabeza y columna vertebral. Y no tengo columna vertebral, por lo que sería sólo una cabeza, y -"
Los ojos de Miserix brillaron rojos. Con una explosión de su visión láser golpeó a Vezon, tumbandolo hacia atrás. "Mosquito", murmuró el Makuta.
Volviendo paraa comprobar a Vezon, Brutaka vio que Spiriah había retrocedido a las sombras. Miserix lo notó también y gritó, "Dile a ese que venga adelante."
Spiriah dio un paso adelante de mala gana. A la vista del otro Makuta, el dragón sonrió. "Spiriah. Te recuerdo. Cuando Teridax se levantó contra mí, tu fuiste uno de los primeros en estar de su lado. He esperado con interés poder encontrarte de nuevo." Brutaka apreto la empuñadura sobre su arma. No le gustaba el tono de Miserix en lo absoluto.
"¿Sabes que no he visto a uno de mi especie desde que Krika me dejó aquí?" Continuó Miserix.
"Todos queríamos venir," dijo Spiriah a toda prisa. "Makuta no nos dejó. Todos sabíamos que nos beneficiaríamos de su experiencia, su poder, su mismisima presencia."
"Pero no vinieron," retumbó Miserix. "Así que ahora me beneficiare de ti"
Una mano hecha de sombras vivientes surgió del pecho del dragón, agarró a Spiriah, y lo absorbio al cuerpo de Miserix. Ni siquiera hubo tiempo para un grito.
Vezon, que se puso en pie, se detuvo en seco cuando vio al Makuta consumido. "Pensé que estábamos aquí para rescatarlo de su cautiverio", susurró. "No es de su sensación de vacío del mediodía."
"Sabes, podríamos sólo dejarlo aquí a que se pudra," dijo Brutaka a Miserix. "O esperar a la próxima erupción volcánica o lluvia de lava sobre su enorme cabeza. O... usted podría tener su oportunidad de vengarse de sus hermanos. ¿Qué va a ser?"
Miserix lo considero. Luego se inclinó hacia delante tanto como sus cadenas le permitieran y dijo: "Hagan su intento, por cual bien eso haría."
"Yo he visto ese tipo de cadenas antes", dijo Lariska. "Ellas crecen y decrecen con él. Se alimentan de su propio poder y lo utilizan para retenerlo."
Brutaka levantó su arma. "¿Pueden ser rotas?"
"No sin causarle gran dolor."
Brutaka hizo una sonrisa sombría. "Voy a llorar mañana. Encuentra un eslabón débil. Roodaka, vamos a necesitar tu ayuda."
La Vortixx había estado en silencio desde que habían entrado en presencia de Miserix. Brutaka no tenía ninguna duda de que estaba planeando algo. Pero ella obedientemente dio un paso adelante y se paró junto a él, sin apartar los ojos del Makuta encadenado.
"Allí", dijo Lariska, apuntando a un segmento de la cadena que sujetaba el brazo derecho de Miserix. "concentramos nuestro fuego allí."
Brutaka y Roodaka apuntaron, el con su espada, ella con su mano extendida. Proyectiles de energía y sombras impactaron el segmento débil de la cadena, bañandola en una corriente continua de energía. Después de varios minutos, la sustancia de la cadena comenzó a desprenderse. Después de unos cuantos más, empezó a resquebrajarse. A continuación, la cadena se rompió en pedazos. Miserix gritó, lo suficientemente fuerte como para romper la montaña misma.
Los Klakk reaccionaron al instante, volando hacia el equipo de rescate y desatando sus gritos sónicos. Vezon y Lariska los enfrentaron, mientras que Brutaka utilizaba su espada para desviar las corrientes de sonido. Mientras tanto, Miserix levantó el brazo tentativamente. Al ver que estaba efectivamente libre de sus ataduras, se estiró con él y arrancó la otra cadena de la tierra. Esta vez, él no gritó, pero se limitó a sonreír.
Los Klakk estaban ganando terreno ahora, haciendo retroceder al equipo de vuelta hacia el lugar donde los insectos seguían al acecho. Miserix observo la batalla por un momento en silencio. Luego abrió la boca y soltó un grito de poder que derribo a los Klakk, junto con Vezon y Lariska. Brutaka y Roodaka apenas se mantuvieron conscientes. Arrastrándose, Brutaka comprobo a sus dos miembros de equipo - ambos todavía estaban viviendo.
"Ahora, entonces," dijo Miserix. "¿Dónde está Teridax?"
Brutaka rió. "Y si te digo, no habría razón para mantenernos con vida. La gratitud no es una prioridad en la lista de las emociones Makuta. Te mostraré. Pero vas a tener que encogerte para que salgamos por donde vinimos."
"Tu falta de imaginación es decepcionante", dijo Miserix, en lo más cercano al buen humor que un Makuta ha tenido. Él se echó hacia atrás y golpeó el lado de la montaña con todas sus fuerzas, una vez, dos veces, una vez más. La roca se agrieto y comenzó a desmoronarse. Miserix siguió con su poder de fragmentación, reduciendo todo el lado del volcán en fragmentos de piedra. Tras de eso, Brutaka pudo ver el cielo y el mar.
"¡Al fin!", dijo Miserix. "Después de tantos milenios - ¡Soy libre!"
Ante los sorprendidos ojos de Brutaka, al dragón le crecieron alas. Entonces Miserix volvió su cabeza carmesí-escalada a Brutaka y le dijo: "Ven. Muéstrame dónde se oculta mi enemigo, así podré hacer su armaduras polvo y absorber su energía."
"¡No!" Gritó Roodaka. "¡Ellos quieren llevarlo a una trampa! Escúchame, yo también soy enemigo de la Hermandad. Brutaka quiere usarlo, para sacrificarlo como un peón en una guerra contra los Makuta. ¡Le quiero como aliado!"
Miserix bajó su cuerpo y se inclinó de manera que su cara gigante quedara contra la de Roodaka. Cuando habló, fue en un susurro. "Pequeña, soy Miserix. No soy el peón de nadie. No soy aliado de nadie." Sus siguientes palabras salieron en un rugido que lanzó a Roodaka contra la pared de roca. "¡Y no soy el tonto de nadie!"
Brutaka observó, mirando impresionado. "¿Ya terminaste?"
Miserix asintió lentamente. "Vámonos. Tengo un universo que redescubrir."
Brutaka cargo a la aturdida Roodaka aturdido y la ahora semi-consciente Lariska y Vezon en la espalda del dragón. Luego subió el. Miserix desplegó sus alas y salió al aire libre. Ellos se elevaron por encima de la isla, deteniéndose sólo un momento para que Miserix prometiera entre dientes volver y destruir el lugar un día. Brutaka noto que el barco del equipo se había ido - Takadox había escapado después de todo, entonces.
Lo dejáre correr. No importa, pensó Brutaka. Una tormenta se acerca a este universo, y cuando llegue, no habrá donde ocultarse.
Miserix extendió sus alas y volo hacia el norte, llevando a sus pasajeros a lo desconocido.
El Fin
Personajes[]
- Brutaka
- Roodaka
- Barraki
- Lariska
- Makuta
- Tren Krom
- Vezon
- Un comerciante de Stelt
- Varios miembros de la especie de Ehlek
- Varios Zyglak
Trivia[]
- En el último capítulo, las líneas de Vezon y Brutaka de "Vamos a necesitar - / Un barco más grande, ya lo sé" es un referencia a la película de 1975 "Tiburón".
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