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"Esto es, mi amigo. La Orden está a punto de salir de su escondite después de todos estos años"
Brutaka

Guerra del Destino

Guerra del Destino es una serie en línea que se encontraba en BIONICLEstory.com, contando la historia de la guerra entre la Orden de Mata Nui y la Hermandad de Makuta.

Capítulo 1[]

Axonn corrió a través del paisaje de Voya Nui, su arma lista. Acababa de ver dos figuras materializándose en el Cinturón Verde. Una se parecía a Botar, pero obviamente no lo era. El otro parecía un Toa, pero no era uno que Axonn conociera. Lo primero que había aprendido después de haber sido asignado a este lugar era someter primero y preguntar después.

El que se parecía a Botar vio primero a Axonn, y trató de bloquearlo. Un golpe de su puño blindado lo derribo. Axonn estaba encima del Toa, en el parpadeo de una luz corazón, la hoja del hacha en la garganta del intruso.

"¿Quién eres?" gruñó Axonn. "¿Qué quieres aquí? ¡Habla!"

"Mi nombre es Krakua", respondió el Toa, tratando en vano de empujar el hacha de su cuello. "Me enviaron a buscarte. Eres necesario."

“¿Quién te envió?" preguntó Axonn.

"Toa Helryx. Utiliza tu máscara, verás que estoy diciendo la verdad."

Axonn hizo exactamente eso, invocando los poderes de su Kanohi Rode, la Máscara de la Verdad. Para su sorpresa, le dijo que su prisionero efectivamente estaba siendo honesto. Se levantó y dejó que Krakua también se levantara. "Estás con la Orden de Mata Nui, entonces," dijo Axonn. "Veo que las normas de contratación han caído un poco."

Krakua no prestó atención al comentario. En cambio, dijo, "Ven con nosotros. Tu presencia es requerida en Daxia.”

Antes de que Axonn pudiera oponerse, el de la especie de Botar se acercó y activó su poder de Teletransportación. Los tres desaparecieron de Voya Nui, sólo para reaparecer en la fortaleza de la Orden de Mata Nui en Daxia. Axonn había estado allí antes, por lo que su aspecto no fue una sorpresa para él. Ver a su antiguo compañero, Brutaka lo fue, sin embargo. Por no mencionar al enorme dragón junto a él, cuya masa casi llenaba la gran sala.

"La situación debe ser desesperada si están llamando a un antiguo Rahi de guerra como tú," dijo Brutaka con una sonrisa. "Ah, por cierto, ¿ya conociste al enorme, verde, y espantoso de aquí? No hagas caso de las escamas y los dientes, pero es posible que desees no estar contra el viento cerca de él".

"¡Brutaka!" dijo Axonn. "¿Qué estás - cómo saliste de la Gruta?

"Me dejaron salir antes por buen comportamiento," sonrió Brutaka. "Pero soy el rostro menos impactante de por aquí. Esto es, mi amigo. La Orden está a punto de salir de su escondite después de todos estos años. Helryx me lo dijo ella misma."

"¿Qué te dijo?"

"Dos palabras", dijo Brutaka, su sonrisa desapareció. "Guerra del destino."


El Cazador Oscuro conocido como Antiguo se encontraba en la playa de la isla de Odina. Detrás de él, la reconstrucción de la fortaleza destruida por Pohatu Nuva continuaba rápidamente. Sus ojos recorrieron las aguas, esperando el regreso de Lariska de su misión. Estaba ansioso por escuchar lo que había visto y oído.

Un grito le hizo mirar hacia arriba. Venía de un Rahi alado similar a un murciélago que daba vueltas por el cielo, no era nativo de Odina. Reconoció a la criatura como una raza de vuelo de larga distancia. Más de una vez los Cazadores Oscuros los habían utilizado para enviar mensajes de ida y vuelta a los agentes en otras islas. Pero la criatura voladora de arriba no venía de otro Cazador Oscuro. Como una media docena más se le unió, y comenzaron a volar en un patrón irreconocible para todos en la isla, excepto Antiguo. Era un mensaje destinado a él, y era uno urgente. Ha llegado el momento. Tenía que buscar a El Sombrío y tratar de hacerle ver el único futuro posible para los Cazadores Oscuros. Y si El Sombrío, su viejo amigo, no lograba ver la razón, Antiguo tendría que matarlo.


En otra parte, Vezon se paseaba en su celda en Daxia. Al otro lado del pasillo se encontraban dos grandes tanques de agua. En uno nadaban los seis Piraka, ahora transformados en serpientes acuáticas. En el otro estaba un ser de aspecto extraño al que los otros se referían como Karzahni, quien parecía a Vezon estar bastante loco. Y Vezon sabía de locura.

Cuando el equipo de Brutaka escapo de la isla de Artidax con Makuta Miserix, volaron a una Isla estéril en medio de la nada. Después de un corto tiempo, Brutaka los puso de nuevo en movimiento, esta vez a un lugar llamado Daxia. Brutaka explicó que la ubicación de la isla siempre había sido antes un secreto, pero ese secreto ya no importaba. Tampoco, aparentemente, la gratitud, Vezon y Roodaka fueron ambos arrojados a celdas inmediatamente después de su llegada.

Vezon, francamente, estaba decepcionado. Claro, había tratado de robar la Máscara de la Vida, y, sí, había tratado de matar a los Toa Inika una vez, bueno, dos veces. Y, bueno, había intentado intercambiar sus vidas a los Zyglak a cambio de la suya, pero no es como que hubiera resultado. Y se había ofrecido, sí, había sido forzado, bueno, en realidad había sido amenazado con daños físicos si no ayudaba, pero ayudó en el rescate de Makuta Miserix. ¿Y cuál fue su recompensa? Una celda fría, un guardia indiferente, y nada cerca que pudiera utilizar para matar a los Piraka. ¿Era eso justicia?

Sus reflexiones fueron interrumpidas por la armadura carmesí de Trinuma. El miembro de la Orden dio una larga mirada hacia Vezon, se encogió de hombros y sacudió la cabeza. Luego abrió la puerta de la celda. "Es tu día de suerte, inadaptado", dijo Trinuma. "Eres libre".

"¿Lo soy?" dijo Vezon. "Quise decir, por supuesto que sí. Mantener a un ser de mi inteligencia bajo llave es un terrible desperdicio de recursos. Sin duda alguna, sus amos quieren consultarme sobre asuntos de estrategia y táctica."

"No", dijo Trinuma. "Creo que dijeron algo sobre que necesitaban a alguien que pudiera morir horriblemente sin ser extrañado. Así que, naturalmente, pensaron en ti." El cerebro podrido de Vezon proceso lo que Trinuma dijo, y de alguna manera decidió que era un cumplido. "Bueno, naturalmente," contestó. "Ve adelante, y déjame que les muestre a todos como se muere."

Capítulo 2[]

Axonn se agachó detrás de un muro de piedra, y observó las ráfagas de fuego y hielo volar sobre sus cabezas. Junto a él, Brutaka miraba por un lado de la cobertura de escombro que se desmoronaba de vez en cuando, disparando una ráfaga de su espada.

"Tocar la puerta de entrada", refunfuñó Axonn. "Gran estrategia. Creo que todo ese tiempo en Mahri Nui te dejó con el cerebro empapado."

"Oh, vamos" dijo Brutaka, sonriendo. Arrojó a un atacante con un rayo de energía, y luego a otro. "Te encanta esto, y lo sabes. Después de miles de años sentado en Voya Nui esperando que algo suceda, necesitas ejercicio."

Un Skakdi de piel verde subió por encima del muro, con un mazo en la mano. Axonn rápidamente le hizo lamentarlo.

"Este iba a ser un trabajo simple. Ir a Zakaz, encontrar al señor de la guerra Nektann, concertar una alianza entre la Orden y los Skakdi. No ser arrinconados en una playa por una multitud furiosa."

"¿Estamos arrinconados? No estamos arrinconados", dijo Brutaka. "Mira".

Brutaka se asomo por sobre la pared y disparó un rayo de energía a una estructura medio derrumbada. Destruyendo su único apoyo, haciendo que la estructura se viniera abajo sobre una turba de Skakdi. Cuando el polvo se disipó, todos ellos estaban atrapados bajo los escombros.

"Ahora esos tipos están atrapados", dijo Brutaka.

Axonn suspiró. "Al igual que los buenos viejos tiempos", dijo el. "Ahora recuerdo por qué los odiaba tanto."

"Si te gustó esa idea, te encantará esta", respondió Brutaka. Antes de que Axonn pudiera reaccionar, Brutaka lo agarró por detrás del cuello. Puso a Axonn de pie y se paró a su lado, con los brazos arriba. "¡Nos rendimos!" gritó Brutaka al ejército Skakdi. "Llévennos, somos suyos."


En otro lugar, estaba un comerciante de la isla de Stelt que, a lo largo de su vida, había visto casi todo al menos una vez. El lugar era un cruce de caminos para los deshonestos, los desesperados y aquellos que simplemente buscan dinero rápido, o un mejor trato ocultos de los Toa. Este comerciante en particular, sin embargo, recientemente había visto más de lo que hubiera deseado. Un pequeño grupo de guerreros, incluyendo a la odiada Roodaka, había robado uno de sus mejores barcos. Peor aún, lo habían hecho de tal manera que nadie le creería lo que había sucedido. Al menos las cosas se habían calmado, se las había arreglado para encontrar un barco de reemplazo y recuperar a los miembros de su antigua tripulación que aún seguían con vida. Estaba de vuelta en el negocio como de costumbre, al menos hasta que un dragón de 20 pies de altura arrancó el techo de su tienda.

"¿Dónde está Teridax?" gruñó el dragón.

"¿Teridax? ¿Quién o qué es eso? ¿Y cómo iría a saberlo yo?" dijo el comerciante, buscando frenéticamente un arma, y no encontrando nada mejor que un disco Kanoka agrietado.

"Conozco Stelt", dijo el dragón, "Un Nui-Rama no zumba en la Península de Tren Krom sin que tu lo oigas. Así que volveré a preguntar de nuevo, ¿Dónde está? ¿Dónde está el Makuta de Metru Nui?

"¡No lo sé, lo juro!" gritó el comerciante.

El dragón agarró a su víctima con una gigantesca garra. "No tengo tiempo para esto. Hay lugares en donde debo estar, y cuerpos que romper. Quiero que envíes un mensaje a todos tus amigos, a todos los que navegan dentro y fuera de la isla. Diles que Miserix está de vuelta, y cuando lo encuentre, ¡Teridax esta muerto!"


En otra parte una vez más, Vezon esta sentado en un bote pequeño con una pequeña vela negra. Trinuma sentado en la proa, atento a potenciales amenazas. Si consideraba a Vezon una, no lo demostraba. Por su parte, Vezon estaba feliz de solo estar fuera de su celda. La prisión era demasiado... confinada, pero supuso entonces que ese era el punto de la misma. Hablando de puntos, Trinuma le había dado una daga encantadora. Vezon había dicho "gracias" al no intentar hundirla en la espalda de su compañero.

"¿Adónde vamos? ¿Por qué vamos? ¿Estamos yendo en absoluto, o estamos navegando en un gran círculo? ¿O es una espiral? Yo fui a una espiral una vez: un gran túnel de piedra que iba abajo, abajo, abajo, y acabó en los Zyglak. Quienquiera que lo construyese no tenía sentido decorativo en lo absoluto."

"¿Podrías quedarte callado?" dijo Trinuma, "Esta es una misión secreta. ¿Entiendes eso?"

"Claro", respondió Vezon, "Misión secreta quiere decir que si te matan, no voy a decírselo a nadie. Y aún no has respondido a mis ciento diez preguntas, o mis seguimientos."

Trinuma suspiró con resignación. "Vamos a un lugar llamado Destral. Una vez lleguemos allí comienza tu trabajo. Si tienes éxito, vives para balbucear otro día. Si no, mueres de manera horrible. ¿Está bien?"

"Destral… Destral. ¡Espera un momento es la base de los Makuta! Spiriah era un Makuta. Al menos, hasta que Miserix lo mató. Volé con Miserix, ¿te conte eso? Al menos hasta que dio unas vueltas y me arrojó de su espalda. El agua del océano es muy helada, no dejes que nadie te diga lo contrario. Entonces, ¿qué se supone que debo hacer en Destral? ¿Robar? ¿Asesinar? ¿Correr con objetos afilados?

“Tienes el trabajo más importante de todos," dijo Trinuma, "Vas a traicionar a la Orden de Mata Nui, y al universo entero, y así es como vas a hacerlo".

Capítulo 3[]

Una de las peculiaridades de la base de un señor de la guerra Skakdi es la ausencia de cualquier tipo de calabozo, cámara de tortura, o campo de prisioneros de guerra. La historia ha demostrado que no tiene mucho sentido torturar a un Skakdi, ya que nunca hablan, salvo a cambio de algo, usualmente su libertad, cosa con la que pocos captores estarían de acuerdo. Y mantener prisioneros significa tener que escucharlos quejarse de cosas triviales, como alimentos, agua, y una buena cantidad de enormes ratas de piedra que siguen visitándolos a medianoche.

Así que cuando Brutaka y Axonn fueron introducidos al campo del señor de la guerra Nektann, nadie parecía muy seguro de qué hacer con ellos. Matarlos de inmediato vino a la mente, pero entonces sería imposible averiguar por qué estaban en la isla para empezar. A diferencia de los celebres Necrofinch de las montañas de Zakaz, la mayoría de los seres no siguen cantando después de muertos. Por eso Axonn insistió en que lo llevaran ante el mismísimo Nektann. Nektann era más grande que los Skakdi promedio, o al menos así parecía sentado en su trono hecho con las armas fundidas de sus enemigos. Estaba acompañado por su mascota, que parecía un gato Muaka cubierto con una armadura de púas. Nektann, siempre con la misma amabilidad, les preguntó si tenían algo que decir antes de otorgarles una muerte dolorosa.

"Sí", dijo Axonn, "La Hermandad de Makuta."

Nektann escupió en el suelo. El Muaka gruñó. "¿Qué pasa con ellos?" preguntó el señor de la guerra.

"Le ofrecemos la oportunidad de destruir sus fortalezas, saquear sus armas, y matar a sus guerreros", dijo Axonn.

"Nos lanzaríamos en ’Hacer llorar sus mujeres, ¿pero alguna vez has visto a una hembra Makuta?." añadió Brutaka. "No son bonitas."

"¿Por qué debería escucharlos cuando sería mucho más rápido y fácil lanzarlos a los corrales de los Tahtorak?"

"Debido a que ya hemos ido a ver a los otros señores de la guerra de Zakaz," mintió Axonn. "Qué, ¿pensaste que vendríamos primero a este diminuto agujero? Todos han acordado aliarse con nosotros. Si te niegas, puedes sentarte en tu pequeño trono y ver como crecen los ricos y poderosos."

Nektann frunció el ceño, la única expresión más fea que la sonrisa de un Skakdi. Ningún respetado señor de la guerra querría quedar fuera de la oportunidad de una gloriosa batalla y un saqueo aún más glorioso. Al final, asintió con la cabeza.

"¿Por qué le dijiste que habíamos hablado con los otros señores de la guerra?" susurró Brutaka. "Aún tenemos que ir a todos sus campos y hablar con ellos sobre la alianza".

"Eso es mucho trabajo", acordó Axonn, “así que supongo que será mejor que empieces."


Toa Mahri Jaller estaba de pie en el centro de Metru Nui, mirando a la estatua del difunto Matoro. Había sido construida por el mismísimo Turaga Onewa como un homenaje al héroe caído. Es bueno saber que su compañero fue recordado y siempre lo sería, pero poco hizo para disipar el dolor que sentía por su muerte. Tuvo que admitir que los pensamientos de Matoro lo habían distraído. Cuando los otros Toa Mahri se fueron para buscar a Takanuva por la ciudad, prefirió quedarse atrás. Cuando regresaron, reportando que no había señal del Toa de la Luz, el apenas prestó atención. Todavía le preocupaba que los Toa Mahri habían sido incapaces de cumplir su destino sin perder a uno de los suyos. Detrás de él, podía oír a los otros Toa en conferencia. Metru Nui estaba tranquilo, por ahora, con el Dragón Kardas sometido y la mayor parte de los otros Rahi de vuelta en los Archivos. Sin embargo, los héroes nunca pueden relajarse. ¿Quién sabe desde donde vendrá la siguiente amenaza?. Hubo un repentino destello de luz. Cuando Jaller pudo ver de nuevo, seis Toa se encontraban de pie frente a él. No reconoció a ninguno de ellos. Instintivamente, preparó sus armas.

"Bienvenidos a Metru Nui", dijo Jaller, "¿Quiénes son? ¿Por qué han venido aquí?"

Uno de los recién llegados, un Toa del Fuego también, dio un paso adelante, "Mi nombre es Norik, de los Toa Hagah. Te pido a ti y tus compañeros de equipo que se hagan a un lado. No tenemos ningún deseo de ver a nadie herido, mientras llevamos a cabo nuestra tarea aquí".

"Los Toa Mahri no se hacen a un lado por nadie", dijo Toa Hewkii, dando un paso adelante. "Díganos su trabajo aquí, o sean considerados nuestros enemigos."

"Nuestro trabajo", dijo Norik, "es tan simple como terrible. Hemos venido a destruir el Coliseo."


Vezon aterrizo duro en el suelo de piedra de la Fortaleza Makuta de Destral. Había sido capturado por los Rahkshi menos de dos minutos después de que Trinuma lo dejara en la orilla de la isla. Vezon nunca había conocido a un Rahkshi antes, y descubrió que no le gustaban. La mayoría de los seres tienen una esencia, ya sea agradable o desagradable; Los Rahkshi olían a metal frío y muerte. El Makuta que vino a recibirlo llevaba armadura de color púrpura y carmesí. Aunque Vezon fue lo suficientemente educado para presentarse, el Makuta no se molestó en compartir su nombre. Vezon se vio tentado en quejarse por esto, pero la lanza en su garganta, que goteaba ácido, lo convenció para guardárselo para otro momento.

"¿Quién eres?" dijo el Makuta. "¿Qué eres? ¿Y cómo llegaste aquí?"

"Mi nombre es Vezon, su oscuridad, y fui traído aquí por un agente de un poder que desea hacer daño a usted y a su Hermandad. Querían que viniera a decirle que existen y planean atacar esta isla, ¡pero no voy a hacer eso, no no no!"

"Acabas de hacerlo," dijo el Makuta. Detrás de Vezon, tres Rahkshi se acercaron un poco, con sus bastones listos para atacar.

"Bueno, claro que lo hice, ¡pero sólo para decirte que no lo hice!" dijo Vezon, exasperado. ¿Cómo podría ser que este ser tuviera esperanza de conquistar el universo, y sin embargo ser tan lento? “Verás, es un truco. Quieren que finja que los he traicionado. Quieren que concentréis vuestras fuerzas contra un ataque que no llegará. Pero he decidido: ¿Por qué fingir que les traiciono cuando hacerlo de verdad sería aún más divertido?."

El Makuta agarró a Vezon por el cuello y lo golpeó contra la pared.

"¡Habla, tonto! Y que sólo verdad y claridad salgan de tu boca si deseas continuar teniendo una."

"Verdad y claridad... verdad y claridad... no creo que las conozca", respondió Vezon. “¿Te conformaras con 'labios blancos y temblorosos’? Esta Orden de Mata Nui, que planea reunir un ejército y una armada, amenazar Destral, forzarlo a teletransportarla lejos de donde está ahora, y entonces..."

Cuando Vezon no siguió hablando por un momento, el Makuta apretó su agarre.

"¡Bueno, bueno! Solo había pausado para darle el efecto. Tienen un espía dentro de esta fortaleza. Han saboteado tu medio de teletransportación. Cuando intentes utilizarla de nuevo... Bueno, no empezaría a leer largas tabletas, pongámoslo de esa manera. Y ahora que sabes, dime, ¿qué vamos a hacer al respecto?"

Capítulo 4[]

Axonn y Brutaka se encontraban de pie sobre un risco, con vista al campo de batalla. Allá abajo, el poder reunido de los Skakdi de Zakaz estaba enfrentándose contra un pequeño ejército de Rahkshi. El lugar era una isla sin nombre en una de las cadenas del sur, establecido como una zona de practica de la Hermandad de Makuta para una invasión al continente principal. Los Rahkshi habían sido llevados en secreto, y les permitieron practicar sus habilidades en los dispersos habitantes Matoran. Sobra decir que ya no quedaba ningún Matoran en esta isla. Inicialmente, los Skakdi habían sufrido pérdidas terribles, pero eran capaces de algo a lo que los Rahkshi sólo podían pretender: la rabia. Hambrientos de victoria, y llenos con odio hacia sus enemigos, los bárbaros se reagruparon y atravesaron las filas Rahkshi. Fue abrumador, emocionante, y repugnante al mismo tiempo.

"Vamos", dijo Brutaka, dejando el espectáculo. "Sabes por qué estamos aquí." Juntos descendieron por la colina y se adentraron en lo profundo de un pequeño cañón. En el centro, enterrado bajo el suelo y roca, estaba una trampilla cuadrada de metal con una argolla de hierro. Después de que Axonn cortara la roca con su hacha, Brutaka tomó la argolla y abrió la puerta. Un hedor salió desde dentro. El olor de la edad y el descuido, el deterioro y la putrefacción. Los dos miembros de la Orden de Mata Nui bajaron por el agujero.

Axonn lanzo energía a través de su hacha, iluminando la cámara. Era obvio que nadie había entrado aquí desde tal vez el comienzo de los tiempos registrados. El lugar era pura piedra, con el único rasgo interesante de un estanque en el centro. Las aguas eran de color negro verdoso y se arremolinaba con furia, a pesar de no haber ni siquiera la menor brisa para agitarlas.

"¿Así que esto es?" preguntó Brutaka.

Axonn asintió. "Sí, este es el lugar en que el Gran Espíritu creó a los Makuta. Y el único lugar donde nuevos Makuta podrían surgir. De ese estanque provino su sustancia, convertida en forma viviente por los poderes del Gran Espíritu hasta que el tiempo la convirtió en energía pura."

"Entonces, ¿si destruimos el estanque?" dijo Brutaka.

"Sí. No podrán haber más Makuta jamás. Pero, ¿tenemos derecho a poner fin a una especie?"

Brutaka estaba mirando al estanque, con ojos muy abiertos. "Me encantaría entrar en un debate filosófico contigo, viejo amigo, pero creo que tenemos un problema." Las aguas del estanque de repente explotaron arriba y hacia afuera. Fétido e hirviente líquido golpeo a Axonn y Brutaka, filtrándose en las aberturas de sus máscaras y armaduras. Silbaba y se retorcía, como una cosa viva, quemando donde tocará. Temporalmente cegados y en dolor, los dos guerreros se tambalearon y cayeron, sumergiéndose en la mismísima piscina.


Toa Helryx se sentó en la cámara de mando de su fortaleza en Daxia. La guerra contra la Hermandad de Makuta había comenzado, y no había empezado bien. Aunque la Orden, por medio de los Cazadores Oscuros, ahora tenían Xia, habían sido incapaces de desalojar a las fuerzas de los Makuta de la isla de Nynrah. En otros lugares, los ataques sorpresa de la Orden se habían encontrado de forma inesperada resistencia feroz de Rahkshi y Exo-Toa. Ser un líder significa tomar decisiones difíciles, algo que ella siempre había sabido. En su tiempo, había enviado agentes a misiones que sabía bien que podrían o no volver. Había ordenado la muerte de todos los que conocían la ubicación de Artakha, y ahora tenía que hacer dos elecciones vitales más que podrían llevar a la victoria o a un desastre. La primera había sido fácil. Envió a un mensajero a Metru Nui, llevando el Corazón de los Visorak. Este artefacto podría ser utilizado para convocar a las hordas Visorak desde cualquier lugar del universo. Iba a ser puesto en manos de los Toa Mahri, con instrucciones de llevarlo a la isla volcánica de Artidax y usarlo allí. La segunda era más difícil. Brutaka le habia informado de la presencia de Hydraxon en El Abismo así como los acontecimientos que tuvieron lugar allí. Un segundo mensajero había sido enviado a el Abismo con órdenes para el carcelero. No podía estar segura de que las seguiría, dada su naturaleza, o si simplemente estaría negociando con la Hermandad al final por un mal peor. Pero tenía que hacerse. A veces odiaba ser la que estaba a cargo.


Hydraxon caminaba por la oscura cámara cavernosa que era el Abismo. En su mano, tenía una tableta que contenía las órdenes de Helryx. Las instrucciones grabadas en la piedra eran casi imposibles de creer. La puerta del compartimiento se abrió. Era Toa Lesovikk, trayendo de vuelta a otro prisionero que escapó. Aunque los dos se habían enfrentado tras su primer encuentro, se habían vuelto aliados con el fin por recuperar a los ex-reclusos de esta vasta prisión. Hydraxon dudó en mostrar las órdenes a Lesovikk. Después de todo, la existencia de la Orden de Mata Nui se suponía que era un secreto, pero si la situación, como estaba descrita en la tabla era cierta, supuso que ya no era un secreto.

Lesovikk dejó escapar un grito al leer la tableta. "Entonces, ¿qué vas a hacer?" preguntó.

"Lo que siempre he hecho", respondió Hydraxon. "Seguir órdenes".

Bajó la escalera de hierro que llevaba a los más bajos niveles de las celdas. Aquí, estaban prisioneros Pridak, Kalmah, Mantax, y Ehlek. Los cuatro Barraki miraron a su carcelero con un desprecio indiscutible.

"¿Has venido aquí para burlarte de nosotros?" gruñó Mantax.

Pridak sonrió, mostrando hileras de dientes afilados. "Te matamos una vez, ya sabes. Podemos hacerlo de nuevo".

Hydraxon ignoro la evidente locura. Después de todo, estaba vivo y bien, así que obviamente nunca había muerto. "Tengo un... trato para ustedes", dijo, forzando cada palabra. "Hay una guerra en curso. Una guerra para poner fin al reinado de la Hermandad de Makuta. Luchen contra los Makuta, y obtendrán su libertad."

"¿Y si nos negamos?" dijo Kalmah. "¿Por qué arriesgaríamos nuestras vidas luchando en la guerra de alguien más?"

"Si se niegan," dijo Hydraxon, "Encontrarán que hay lugares en los que pueden ser enterrados mucho más profundo que este abismo."

"Otra oportunidad", dijo Pridak. "Otra oportunidad para luchar, para dirigir ejércitos, para conquistar. Y cuando la Hermandad caiga, la Liga de los Seis Reinos surgirá denuevo."

Capítulo 5[]

El Sombrío - maestro de los Cazadores Oscuros, enemigo mortal de los Makuta, ladrón, asesino y conquistador - estaba aburrido. Desde que él y su gente habían sido enviados a ocupar la isla de Xia por la Orden de Mata Nui, ha habido muy poco que hacer. La isla había sido pacificada en cuestión de horas. Excepto por el ocasional uso de la Orden de dos o tres Cazadores Oscuros para una misión, gran parte de sus fuerzas todavía estaban listas para actuar. A El Sombrío no le gustaba sentirse encerrado en esta isla, o ignorado. Por eso este día se encontraba merodeando las fábricas de Xia en busca de distracción. A pesar de su presión para que todos los centros de fabricación estén trabajando de nuevo, muchos de los edificios aún estaban muy dañados por la batalla entre el Tahtorak y el Dragón Kanohi. Fue mientras caminaba por uno de los edificios que encontró a un Vortixx despejando escombros frenéticamente.

"¿Qué estás haciendo aquí?" preguntó El Sombrío.

El Vortixx jadeó, sorprendido. Cuando vio quién estaba frente a él, se arrodilló y bajó la cabeza. El Vortixx, al parecer, tenía una larga historia de saber cuándo y ante quién se debe someter.

"Nada, Gran Señor", dijo el Vortixx, “sólo... limpiaba para que todas las fábricas puedan trabajar de nuevo como pidió".

El Sombrío no dijo nada. Sabía como sonaba una mentira. Él mismo había dicho suficientes. Tras varios momentos, dijo, "Entonces te ayudaré".

"¡No!" gritó el Vortixx: "Eso... no es necesario. Este es trabajo para un obrero, no un gobernante como usted."

Energía brilló desde el bastón de El Sombrío. Una banda de Protodermis cristalina apareció alrededor de la boca del Vortixx, amordazándolo.

"Dije que te ayudaría", repitió El Sombrío.

Caminando hacia el montón de escombros, El Sombrío empezó a cavar, nunca apartando la vista del Vortixx. Mientras más profundo llegaba, más visiblemente molesto parecía estar el Xiano.

¿Qué, se preguntó, estaba esperando en el fondo de este agujero?

Pronto lo descubrió. Varios pies abajo, se encontró con una caja de Protoacero. Grabado en la tapa se encontraba el símbolo de la Hermandad de Makuta. La caja estaba cerrada, pero el seguro no era rival para el ahora muy curioso Cazador Oscuro. La abrió cuidadosamente- después de todo, esto podría ser una trampa inteligente. Pero cuando vio lo que había en la caja, sus ojos se abrieron.

"Oh, vaya, vaya,- dijo El Sombrío, mientras miraba algo que pronto podría hacerlo el dueño del mundo.


Vezon, se podría decir que realmente, tiene una perspectiva única de la vida. Tal vez había sido el hecho de que había estado realmente vivo por una cuestión de sólo semanas. Tal vez fue el tiempo que estuvo usando la Máscara de la Vida. O tal vez era sólo el hecho de que estaba irremediablemente loco. Pero la perspectiva que tenía el día de hoy, tenía que admitirlo, era una nueva: al revés. El Makuta que se había encontrado en la fortaleza de Destral, que se identificó con una risotada como Tridax, no había creído toda la historia de Vezon sobre el cruce y doble cruce. De hecho, decidió hacer algunas preguntas de seguimiento en orden, del tipo que se hacen cuando tu huésped está colgando del techo por los tobillos.

"He comprobado nuestra tecnología de teletransportación," dijo Tridax. "No hay ninguna señal de sabotaje. Eres un mentiroso".

"Bueno, nadie dijo nunca que los Makuta sean observadores", dijo Vezon. "¿Cómo puedes estar tan seguro? Supongamos que lo sabotee yo mismo con mi increíble poder mental." "No tienes poderes," dijo el Makuta, recogiendo perversamente una cuchilla afilada. "No tienes mente. Estás a punto de no tener cabeza."

"¡Tienes razón! ¡Tienes razón!" balbuceó Vezon. "No hay ningún ejército, ni hay ningún retraso, simplemente quería el placer de tu compañía. Bueno, placer puede ser una palabra demasiado grande. ¿Te dije que porte la Máscara de la Vida? Un pensamiento entonces, y no quedarían ni tus cenizas. Echo de menos aquellos días. De todos modos, siéntase orgulloso de estar en lo correcto. No hay amenaza en Destral en lo absoluto."

Las paredes de la fortaleza repentinamente se sacudieron violentamente por un impacto increíble.

"Salvo esa." añadió Vezon amablemente.

Polvo rocoso cayó desde el techo, masa de armas cayeron al suelo e incluso las cadenas ancladas de Vezon se soltaron. Una segunda explosión abrió un agujero en la pared y lanzo Rahkshi destrozados volando al interior de la cámara. Esta vez, las cadenas se soltaron completamente y Vezon cayó al suelo de piedra.

Makuta Tridax no estaba prestando atención. Sus órdenes eran claras: mantener Destral en su ubicación actual a no ser que fueran atacados. En el caso de una amenaza grave de Toa o Cazadores Oscuros, teletransportar la isla a las costas de Metru Nui y apoderarse de esa ciudad. Se marchó para llevar a cabo esas órdenes. Vezon lo siguió, desapercibido.

"Así es", pensó el trastornado ex-prisionero. "Llévame a tus secretos. ¡Ah, este plan es tan astuto que casi podría ser uno de los míos. Y quizás lo sea antes que termine".


Lejos al oeste, Pridak observaba la fortaleza quemándose, y sonrió ante la vista. Había tenido suerte desde que fue liberado de el Abismo. Sus captores le habían provisto con barcos y recursos con los que formaría un ejército. Des los peores agujeros del Universo, había encontrado ex-Cazadores Oscuros, Vortixx exiliados, incluso un Skakdi o dos para su equipo. Antes de que Kalmah hubiera siquiera elaborado un plan de batalla, Pridak se había ido sin él en un viaje de conquista. Se sentía bien. Buen saquear y quemar y destruir de nuevo. Era bueno sentir el cálido resplandor de las Piedras de Luz en su cuerpo, aunque su casco lleno de agua le había impedido sentir el maravilloso olor del humo y hedor de la batalla. Estaba de vuelta, y de vuelta para quedarse. Sus hombres habían rodeado a las fuerzas del Makuta que ocupaba este lugar, pero no había encontrado a ningún miembro verdadero de la Hermandad.

Ahora, mientras observaba su conquista, un par de cosas atrajeron su atención: la estructura no era original, había sido reconstruida en el lugar de un antiguo fuerte. Los niveles más bajos estaban aún incompletos, y fue mientras los exploraba que se encontró con una extraña habitación. Muy por debajo del sótano se encontraba un cuarto de escombros. Las paredes habían sido destruidas, dejando sólo tierra Y los restos de esas paredes cubrian el suelo. Intrigado, tomó una de las piezas, sólo para descubrir que había una inscripción en ella. Los símbolos no tenían sentido para él y estaba a punto de tirarlo, cuando se dio cuenta de que otra pieza también tenía una inscripción. De hecho, todas las piezas la tenían. Había algún tipo de mensaje aquí, o lo había habido, se dio cuenta. Alguien había tratado de destruir las paredes, pero el mensaje todavía estaba ahí para quien tuviera la disciplina necesaria para descifrarlo. Y si alguien había pensado que cualquiera fuera la información que contuviera era digna de ser destruida, debía ser bastante interesante. Con la infinita paciencia de un cazador nato, Pridak empezó a reunir las piedras.

Capítulo 6[]

Axonn se estaba ahogando. El líquido negro verdoso llenó su boca y pulmones antes de que pudiera reaccionar. Sus poderosos brazos los agitaba, tratando de encontrar algo para agarrarse, y fallando. A medida que se hundía aún más hacia el fondo, Axonn sabía que aquí, en el lugar de nacimiento de la especie Makuta, iba a morir. Entonces repentinamente estaba ascendiendo rápidamente a través del líquido turbio. Una fuerte mano lo agarró y lo alejo de su destino. Un momento después, sintió la dura piedra del suelo debajo de él. Se atragantó y respiro con dificultad. Cuando los colores finalmente dejaron de girar delante de sus ojos, miró a su salvador. Brutaka flotando a un metro del suelo. Fuego verde se escurría desde sus ojos y la punta de sus dedos. Su armadura se había agrietado en numerosos lugares ya que el tejido que cubría se había expandido. Un aura de energía pura lo rodeaba, tan brillante que Axonn tuvo que levantar la mano para protegerse la vista.

"Axonn", dijo Brutaka, "nos alegra ver que has sobrevivido".

"¿Nos? Brutaka, ¿qué te ha pasado?"

"Yo… somos la esencia de la especie Makuta. Sabemos lo que se supone que deben saber, pero han olvidado. Vemos el error. Los defectos. Mucho que reparar, pero no se puede."

Axonn se puso de pie, con su hacha preparada. Sabía lo que los efectos de la Antidermis Makuta provocaba en Brutaka. Absorberla de alguna manera lo hacia más fuerte, pero nunca había visto ni oído nada como esto. Era el cuerpo de Brutaka y la voz de Brutaka, pero las palabras no venían de su viejo amigo.

"Spherus Magna, el Destrozamiento”, murmuró Brutaka, aparentemente más para sí mismo que para Axonn, "Los tres que deben ser uno; los dos que deben hacerse uno." Brutaka bruscamente extendió la mano y tomó el brazo de Axonn con un agarre de hierro. Su toque quemo, pero Axonn peleo contra el impulso de gritar.

"Debe recordar, debe hacérsele ver, o el viaje de 100.000 años será para nada. Se esconde debajo, preparándose para cumplir su destino. Tenemos que ir allí, debemos enmendar el mal. Muchos errores antes de que el Destrozamiento pueda terminar."


Antiguo escaló una elevación de baja altura, pisando con cuidado para no tropezarse con los escombros que alguna vez fueron una fábrica Xiana. Había estado buscando a El Sombrío durante gran parte de una hora. Se suponía que discutirían la defensa de la ciudad, pero el líder de los Cazadores Oscuros no aparecía por ninguna parte. Estaba preocupado. Toa Helryx había pedido a Antiguo, su espía dentro de los Cazadores Oscuros, informes periódicos sobre el estado de las cosas en Xia y las acciones de El Sombrío. Ella esperaba con certeza un ataque de la Hermandad de Makuta a la isla, y ya estaba atrasado con su último mensaje. Antiguo llego a la cima de la elevación. Lo primero que vio fue a El Sombrío, de pie en medio de un montón de escombros. Llevaba un pequeño cofre, que estaba abierto, y miraba el contenido con una desagradable sonrisa en la cara. Mientras Antiguo se acercaba, notó dos cosas: un Vortixx muerto en el suelo, con el rostro envuelto en protodermis cristalina, y lo que había en el cofre: tres viales.

"¿Qué has encontrado?" preguntó Antiguo "y ¿por qué un Vortixx habría sido tan tonto como para desafiarte por eso?"

El Sombrío miró sorprendido. Entonces vio a Antiguo, y se relajó.

"Una cosa asombrosa," dijo, "¿Has oído hablar de Makuta Kojol?"

Antiguo asintió. Conocía la historia de la Orden de Mata Nui: Kojol había estado visitando Xia para discutir incluir un virus a un arma que los Vortixx construían para los Makuta. Durante su visita, fue "accidentalmente" asesinado por un virus diferente. Excepto que no fue un accidente, sino una operación de la Orden para eliminarlo.

"Trajo unos virus con él cuando vino a Xia," continuó El Sombrío, "algunos nunca fueron encontrados. Según la historia fueron incinerados junto con su armadura. Pero no lo fueron, y los he encontrado."

Antiguo trató de no parecer tan preocupado como se sentía. Armas como esta en las manos de los Cazadores Oscuros era un desastre seguro. "Excelente", dijo, "Podríamos venderlos a un buen precio."

"¿Venderlos?" dijo El Sombrío, "No, no, tengo la intención de hacer uso de ellos. ¡Voy a aprender que son y que hacen, y entonces Helryx y los Makuta responderán a mí! Pero necesito tiempo... mucho tiempo y privacidad para trabajar. Nadie debe saber que las tengo. Por eso el Vortixx aquí tenía que morir. Y es por eso..."

Dos rayos de energía disparados de los ojos de El Sombrío, impactaron a Antiguo. El veterano Cazador Oscuro desapareció, desintegrado por la fuerza de la explosión.

"Disculpa, viejo amigo," El Sombrío, dijo, "pero conoces el viejo dicho: 'Un secreto compartido deja de ser un secreto.'"


Vezon avanzó por los pasillos de la fortaleza de Destral, siguiendo a Makuta Tridax y haciendo todo lo posible para no ser visto. Los muros de la antigua estructura temblaron por un golpe feroz: la Orden de Mata Nui había lanzado finalmente su ataque a la base Makuta. Su misión era simple a propósito, de modo que incluso su mente trastornada pudiera seguirla: él debía seguir a Tridax, encontrar el método que los Makuta usaban para el teletransportar su isla de un lugar a otro, y entonces desactivarlo. Entonces sería probablemente asesinado por Tridax, pero ningún plan era perfecto.

Al principio parecía que todo estaba procediendo como esperaba: Tridax se dirigió a un sub-sótano, aparentemente ajeno a que estaba siendo seguido. Al fondo del sótano se encontraba una cámara gigantesca. Lo que esperaba dentro de aquella cámara asombro incluso al profundamente trastornado de Vezon. Las murallas se elevaban a unos cuarenta pies, por todos lados. Revistiéndolas se encontraban Tubos de Estasis, cerca de un centenar. Y cada tubo estaba ocupado por una figura idéntica. Unos pocos tenían armadura de color negro azabache, la mayoría eran blanco y dorado, pero era obvio que eran todos el mismo ser. Estaban en una especie de estasis. Tridax se dirigió al centro de la sala, donde descansaba una pequeña mesa. Sobre la mesa había una máscara Kanohi. Tridax la tomó, de repente giró y lanzó una ráfaga de sombras a Vezon. Antes de que pudiera reaccionar, la sombra lo había clavado en la pared.

"¿Crees que no podía oír tu torpe intento de seguirme?" dijo Tridax, Muy bien, basura Skakdi. ¿Quieres aprender el secreto más poderoso de Destral? ¿Quieres la satisfacción de saber qué se esconde aquí antes de morir? Mira alrededor."

Vezon lo hizo, pero no aprendió nada más haciendo eso.

"Toda una colección", dijo, "Prefiero conchas marinas. A veces hojas. Oh, y las cabezas de mis enemigos, aunque esas ocupan mucho tanto espacio." Tridax sonrió y alzó la máscara.

"¿Sabes qué es esto? Una Kanohi Olmak, la Máscara de las Puertas Dimensionales. Una de las dos únicas que se sabe que existen. No hace mucho, mi colega, Makuta Mutran y yo empezamos experimentos para desarrollar una criatura llamada Sanguijuela de Sombras; una criatura que podría drenar la Luz de otros y convertirlos en seres de sombras. Eso fue lo que despertó mi idea. Sabía que la máscara no sólo podía alcanzar lugares de esta dimensión, sino también otras realidades. Y así comencé a viajar a esas otras realidades y recoger a los Toa Takanuva de cada una, trayéndolos de vuelta aquí, y alimentando con su Luz a mis mascotas. Cuando haya terminado, tendré un ejército de Toa de Sombras, todos hechos del enemigo más peligroso de los Makuta."

Las paredes se sacudieron de nuevo.

"Creo que es mejor darse prisa y terminar," sugirió Vezon.

"No hay necesidad", dijo Tridax. "Sólo tengo que soltar a los Takanuva de Sombras que ya he hecho, y se encargaran de los atacantes. Y entonces podre volver a trabajar en serio. Y entonces podre..."

Tridax se detuvo con el sonido de cristal rompiéndose. Sorprendido, dejó que su poder de Sombras desapareciera. Vezon cayó al suelo, pero no antes de ver al Makuta mirar su brazo con horror. Algo disolvía su guantelete blindado ante sus ojos, y su Antidermis se filtraba al aire. Dos seres salieron de las sombras. Uno de ellos era un Matoran, y el otro de otra especie, muy alto y de apariencia muy peligrosa. Miró al Makuta y rió - un sonido áspero y malicioso.

"¿El enemigo más peligroso de los Makuta?" dijo Tobduk, "Prepárate, estás a punto de conocerlo."

Continuará en Hermanos en Armas parte 6.

Capítulo 7[]

Toa Helryx, líder de la Orden de Mata Nui, se abrió paso a través de los restos de un campo de batalla. Se encontraba en la playa de la isla de Nynrah, sitio donde una batalla entre la Hermandad de Makuta y la Orden había tomado lugar. Después de una larga y furiosa batalla, la Orden había ganado. Expulsando a las fuerzas de la Hermandad fuera de la isla o aplastándolas en la playa. Ahora ella recorría las arenas, de vez en cuando recogiendo una pieza de armadura de Rahkshi, estudiándola por un momento y luego tirándola.

Había un método en su locura. Valiéndose de su Máscara de Poder, Helryx podía leer el pasado de un objeto con sólo tocarlo. Su objetivo aquí era simple; los Rahkshi fueron creados usando una sustancia poderosa llamada Protodermis Energizada. La Orden quería encontrar cada fuente de esa sustancia utilizada por los Makuta, de modo que pudieran capturar o destruir esas fuentes. Sin ellas, no podrían nacer nuevos Rahkshi.

Hasta ahora, todos los que había identificado aquí provenían de fuentes que la Orden ya conocía. Sin embargo, valía la pena el esfuerzo. Sería mucho más fácil derrotar a la Hermandad cortando su fuente de poder, más que derrotándolos en batalla.

Cogió una pieza de armadura Rahkshi carmesí y utilizó el poder de su máscara. En esta ocasión, vio un lugar que no reconoció: Makuta Chirox estaba allí, y una piscina plateada, pero no cualquier piscina, no, esta tenía una figura emergiendo de ella: un ser hecho de la misma Protodermis Energizada. Se esforzó en concentrarse y el lugar llegó a ella: una isla justo al norte desde la cual provenía su más reciente aliado.

Helryx soltó la pieza de armadura y volteó hacia Keetongu. El Rahi había aceptado de mala gana interrumpir sus esfuerzos para salvar a las víctimas de los Visorak el tiempo suficiente para ayudar en la guerra. A cambio, Helryx le había prometido que los Visorak nunca volverían a ser una amenaza para nadie.

"Tenemos que irnos", dijo, "hay otra fuente."

Fue un viaje corto. Su destino en un principio parecía deshabitado, pero esa ilusión no duró mucho. Helryx vio... cosas merodeando entre las rocas. No eran Matoran, o Rahi, pero parecían algo intermedio. El presentimiento general fue que algo andaba muy mal aquí. El aire, el suelo, los habitantes - todo se sentía raro, de alguna manera, de manera que, obviamente, hizo que Keetongu se inquietara. No había edificios en la isla... ninguno aún en pie, de todas formas. El rasgo más notorio era una gran cueva. Helryx y Keetongu entraron con cautela. El túnel se angostó considerablemente una vez estuvieron un tanto más adentro, forzándolos a arrastrarse para seguir su progreso. Helryx no podía dejar de pensar lo fácil que sería quedar atrapados aquí.

Como el pasaje se amplió nuevamente, Helryx vio más criaturas. Estos, obviamente eran bestias Rahi, pero no algo que hubiera visto antes. Éstas eran pequeños, bípedos pálidos, con grandes ojos amarillos y brazos y piernas delgadas. Se apartaron y se hicieron hacia las paredes para como ella y su aliado pasaron. Pero tan pronto como los dos se habían ido, se reunieron en grupo y los siguieron de cerca.

Helryx y Keetongu llegaron a una sala enorme. En el centro no estaba un pozo de Protodermis Energizada, sino efectivamente un lago de la materia. Y levantándose desde el centro se encontraba la figura de un ser vivo. Una cabeza, dos brazos, un torso que terminaba en el mismo lago. Sus características eran apenas notables, y su sustancia era de color plateado de Protodermis Energizada. La vista disparo un recuerdo. Un agente de Metru Nui había informado que Turaga Vakama había mencionado una vez una Entidad contra la cual su equipo había luchado cuando eran Toa Metru. ¿Podría ser el mismo ser?

"Los estaba esperando." dijo la figura, “He sentido a los de su clase trabajando en mis piscinas a lo largo de este universo. Destructivos, pero al fin y al cabo inútiles. Destruyan una fuente de mi sustancia y surgirá en otra parte."

"Entonces la destruiremos ahí también." respondió Helryx. "¿Qué eres?"

"Soy la creación y la destrucción," respondió la Entidad, "Soy el poder de transformar y destruir, soy cada gota de Protodermis Energizada que existe, y cada gota soy yo. Estoy por sobre ti, criatura de armadura y tejidos, como están ustedes por sobre un insecto."

"¿Y cual es tu propósito aquí?" preguntó Helryx.

"No elegí venir aquí", la Entidad respondió: "Vivía en el núcleo de un planeta, hasta que un día una parte de mi sustancia se abrió camino a la superficie. No pasó mucho tiempo para que los habitantes de ese mundo descubrieran mi poder, o para que comenzaran a guerrear por el. Sin embargo, algo de lo que compone mi forma fue tomado y puesto dentro de este universo, y así escapó antes de que el cataclismo destruyera ese mundo."

"¿Y ahora?" dijo Helryx.

"Ahora experimento con las criaturas y cosas que encuentro a mi alrededor", dijo la Entidad, "He incluso permitido que otros hagan uso de mi poder, si encontraba sus intenciones lo bastante interesantes".

"Has ayudado a crear seres que han traído terror y muerte a miles", dijo Helryx. "Tienes que parar."

"¿Es un arma responsable de las acciones de quien la posee?" preguntó la Entidad.

"Tal vez no," dijo Helryx, "pero un arma puede ser destruida para que nunca sea utilizada de nuevo."

Un sonido suave que podría haber sido risa escapó de la Entidad.

"He conocido a tu clase antes. Tan confiados en su poder como para contenerme, controlarme, o destruirme. Ustedes no son más que monos de piedra intentando alcanzar las estrellas, creyendo que podrían extinguirlas si sólo pudieran tenerlas a su alcance."

El lago comenzó a hervir y agitarse, una gran ola de Protodermis Energizada se levanto detrás de la Entidad, tan grande que abarcaba toda la cámara, y comenzó a precipitarse a velocidad por la superficie hacia Helryx y Keetongu.

"Transformación o destrucción,", dijo la entidad. "¿Cuál será tu destino? Vamos a descubrirlo, juntos."

Capítulo 8[]

No había donde correr. No había donde esconderse. Una ola de Protodermis Energizada se dirigía derecho hacia Toa Helryx y Keetongu. Cuando esta los golpeé, esta haría una de dos cosas; transformarlos para siempre en quien sabe que, o destruirlos a ambos. Desesperadamente, Helryx activó su Poder Elemental. A pesar de los muchos miles de años de perfeccionar su control sobre el agua hasta la perfección, no sirvió de nada. La Protodermis Energizada, aun en forma líquida, no era agua y era inmune a sus habilidades. La perdición se acercaba en una gran ola plateada.

Keetongu gruñó. Helryx miró hacia el, para encontrarse con que su atención estaba dirigida detrás de ellos - específicamente, él estaba mirando un agujero en el espacio que se acababa de abrir. Pensamientos corrieron por la mente de Helryx. ¿Brutaka había venido a salvarlos? ¿A dónde lleva el portal? Pero no había tiempo para respuestas, sólo escapar. Agarró la muñeca de Keetongu, tirándolo hacia el agujero. Se zambulleron juntos sin idea de en donde surgirían.

En ese mismo momento, una figura surgió del portal. Salió a la cámara. Si alguien hubiera estado presente para ver, podrían haber reconocido al loco criminal Vezon, con el rostro escondido detrás de una Kanohi Olmak, la Máscara de las Puertas Dimensionales. Y si miraban de cerca, podrían haber visto como se abrieron sus ojos al ver un muro de Protodermis Energizada viniendo hacia él.

"Uh-oh", dijo.


Turaga Vakama caminaba lentamente por los pasillos del Coliseo. Había sido su lugar de trabajo desde su regreso a la ciudad de Metru Nui. Ahora estaba en su hogar así, junto con todos los otros Turaga. Muchas cosas habían cambiado en la ciudad en los últimos días - no todos los cambios buenos. A pesar de su confinamiento, había sido capaz de recoger fragmentos de información aquí y allá. La suerte de la guerra, evidentemente, se volvió en contra de la Hermandad de Makuta. Numerosas islas controladas por los Makuta habían caído, incluso, corría el rumor de que, la mismísima Destral. Era casi demasiado para esperar - tal vez el Gran Espíritu despertaría para encontrar a sus archi-enemigos derrotados para bien.

Paso su cámara y descendió por un tramo de escaleras a una habitación segura. Aquí se guardaban las armas, monumentos a los Toa Mangai, y una máscara Kanohi muy importante. Aunque Vakama sabía que era uno de los lugares más seguros de la ciudad, aún así iba a él todos los días. Si el contenido de esa sala cayera en las manos equivocadas... ni siquiera él quisiera imaginarlo.

Iba a mitad de camino por las escaleras cuando escuchó un estruendo. Corrió abajo para encontrar una media docena de Ta-Matoran fuertemente armados, dispersos como hojas por el viento en un huracán. La puerta de la cámara se había estropeado con la edad, y pasando a través de ella se encontraba un ser que Vakama tenía la esperanza de nunca volver a ver. Un poco más de mil años atrás, cuando todavía era un Toa, Vakama había luchado contra un ser llamado Voporak. Rodeado por un campo que envejecía lo que tocaba, Voporak parecía imposible de golpear, y tomó a un Makuta poder hacerlo finalmente. Voporak trabajaba para los Cazadores Oscuros y estaba buscando algo en Metru Nui: lo que ahora sostenía en su gran garra, la Máscara Kanohi del Tiempo.

Vakama se congeló. Quería atacar, para vengar a sus amigos caídos, pero sabía que ningún ataque suyo podría detener a esta criatura. Voporak también lo sabía. Miró a Vakama con algo parecido a desprecio. Luego se encogió de hombros y dio la espalda al Turaga, alejándose. Vakama lo siguió. Unos minutos más tarde vio a Voporak salir por un agujero en el lado del Coliseo. Un guerrero con cuatro brazos que portaba un hacha multiaplanadora bramó al ver al ladrón y lo atacó. Voporak extendió la mano y agarró a su atacante. En cuestión de segundos, el guerrero pasó entre decenas de miles de años antes de desplomarse en el suelo. Voporak siguió su camino, y no había nada, sabía Vakama, que pudiera detenerlo.


Kalmah avanzó cautelosamente a través del complejo principal de las fábricas de Xia, flanqueado por Mantax y Ehlek. No quería estar aquí. Hubiera sido lejos mucho más satisfactorio estar liderando su nueva flota en contra de la Hermandad de Makuta, pero Pridak lo había contactado y le aseguró que su viejo sueño de derrocar al Gran Espíritu podría vivir de nuevo.

Más adelante, sentado en un trono improvisado se encontraba el líder de los Cazadores Oscuros, El Sombrío. Miró a los tres Barraki con frialdad. Encaramado en las vigas de arriba se encontraba Oscuridad que vigilaba a El Sombrío, aunque no era su deseo el protegerlo. No, Oscuridad esperaba una señal de debilidad en el líder, para matarlo así otro pudiera tomar su lugar.

"El Sombrío, le traemos saludos de Pridak", dijo Kalmah, “y felicitaciones por su toma de esta isla."

El Sombrío simplemente asintió con la cabeza, nunca apartando su mirada de la horrible cara de Kalmah.

"Pridak cree que los Barraki y los Cazadores Oscuros podrían beneficiarse mutuamente en una alianza", continuó Kalmah. "Después de que termine este caos, alguien tendrá que recoger los pedazos de este universo. Vemos ahí una oportunidad".

"¿Y qué tienen para negociar, además de su temible reputación?" dijo El Sombrío, con burla en su voz.

Kalmah se limitó a sonreír. "Información. Sabemos que Makuta Teridax sumergió al Gran Espíritu Mata Nui en un sueño, y sabemos cómo lo hizo. Sabemos también que un prototipo del virus utilizado para hacerlo estaba escondido en esta isla, y creemos que lo tienes."

"¿Yo?" El Sombrío dijo "Soy el humilde administrador de Xia, un mero servidor de la gente. Nada más."

Kalmah rió. "Eres un mentiroso, traicionero saco de aliento de víboras. Pero también eres muy minucioso. Oh, sí, hemos oído todo sobre usted y su organización desde que fuimos liberados de prisión. Si ese virus está en Xia, tú lo tienes."

La expresión de El Sombrío se oscureció. Un ser menor habría temblado de temor ante la vista. Los Barraki, sin embargo, no eran seres menores.

"¿Y si lo tengo?"

"Sabes dónde está, nosotros sabemos cómo utilizarlo. Y así: una ganga".

El Sombrío lo tomo en cuenta. Podría simplemente matar a estos tres como había hecho con Antiguo, pero si realmente sabían algo acerca de cómo los viales que había encontrado podrían usarso contra el Gran Espíritu, bueno, era conocimiento que valía la pena adquirir. Siempre los podía matar más tarde, después de todo.

"Con una condición," dijo. "Pridak y yo nos reuniremos en terreno neutral, la tierra de Karzahni. Si estoy satisfecho con lo que tiene para ofrecer, entonces, quizás, Cazadores Oscuros y Barraki caminaran lado a lado hacia un nuevo amanecer."

Capítulo 9[]

Tomó a los Toa Mahri mucho tiempo volver de Artidax a Metru Nui. El primer pensamiento de Jaller al llegar es que había sido demasiado extenso. Metru Nui estaba bajo ataque. Al principio, pensó si era Metru Nui; Estaba rodeado por altos muros con armas montadas sobre ellos, las armas arrojando fuego y humo a los atacantes. Las murallas estaban ocupadas por guerreros de todo tipo, ninguno de los cuales Jaller reconocía. Espera, mira eso. El berserker luchando contra tres oponentes a la vez se parecía mucho a Hewkii.

"¿Qué está pasando?" dijo Nuparu. "Parece que hemos entrado en una guerra de gran escala".

"Se ha estado librando por un tiempo," dijo Hahli, "pero creo que ha llegado a nuestro hogar."

Era una vista impresionante. Los barcos que tenían la bandera de la Hermandad de Makuta rodeaban la isla-ciudad, Rahkshi voladores atacaban desde todas las direcciones, disparando rayos de energía con sus bastones, mientras que otros golpeaban las murallas. En una sección, una porción de la muralla ya se había desmoronado, y guerreros luchaban en la brecha, tratando de mantener a los invasores fuera.

"¡Están entrando!" gritó Nuparu.

"Vamos", dijo Jaller. "Prevaleceremos o caeremos con nuestra ciudad".

Los tres Toa atacaron la brecha desde atrás, usando Fuego, Agua, y Tierra para atravesar las filas de Rahkshi. Lograron pasar a través de la pared de la ciudad. Más allá de las filas de agentes de la Orden de Mata Nui, pudieron ver a un Turaga defendiendo barricadas.

Jaller corrió hasta donde Vakama. "Turaga, ¿que está sucediendo, cómo comenzó esta batalla?"

"Podemos agradecer a la Orden por eso", respondió Vakama. "Ahora nuestro problema es cómo terminarla antes de que la ciudad quede destruida".

"La Máscara del Tiempo", dijo Hahli. "¿Puede uno de nosotros utilizarla para, no sé, frenar al los Rahkshi de alguna manera?"

"Desearía que pudiéramos", dijo Vakama, "pero la máscara ha sido robada por un Cazador Oscuro. Él hizo el agujero en la muralla por el cual pasaron ustedes".

Jaller miró a su alrededor. En sus días como Capitán de la Guardia de Ta-Koro, había aprendido una o dos cosas acerca de estrategia de batalla. Un rápido vistazo era suficiente para decir que la Orden había subestimado gravemente la ferocidad del ataque de los Makuta. Los Rahkshi ya habían dominado las copas de las murallas en tres o cuatro lugares, y en una sección del sur, habían hecho destrozos dentro de las paredes también. Mientras miraba, los defensores de la muralla retrocedieron, y los invasores comenzaron a pasar.

“Tenemos una ventaja", dijo Jaller, "algo que los Rahkshi no esperan."

"Hay más Toa de camino, pero no llegarán a tiempo", dijo Vakama. "Pero podría ser un Toa de aquí que nos pueda ayudar. Escucha bien..."


Hahli se encontró con el Toa en cuestión, un Toa del Sonido llamado Krakua. Cuando escucho el plan de Vakama, la miró como si hubiera perdido la razón.

"Déjame entender esto," dijo mientras destruía Rahkshi con rayos sónicos. "¿Vakama quiere que pase a través de múltiples frecuencias hasta que encuentre la que despertará algo llamado Bohrok?"

"Sí", dijo Hahli. "Sabemos, bueno, sospechamos, que la señal que los despierta es de sonido, pero no sabemos cuál es o cómo activarla. Si podemos despertar a los que están dormidos en Metru Nui, y si los Rahkshi tratan de interponerse en su camino, bueno, podría conseguirnos algo de tiempo para otra cosa que estamos planeando".

"Está bien, lo intentare," dijo Krakua. "No prometo nada."

Hahli se fue. Su siguiente movimiento era utilizar su poder para alterar el océano para tratar de destruir los barcos de los Makuta. Pero antes de que ella pudiera hacerlo, todo cambió a su alrededor. Las estrellas brillaron sobre su cabeza, la brisa se volvió cálida, la tierra se sacudió en un temblor suave. No sabía cómo, pero de alguna manera estaba segura: el Gran Espíritu había despertado.

Más allá de las murallas de la ciudad, una tormenta dio inicio, tirando la flota Makuta como si fueran juguetes. Sin embargo, eso no hizo nada para disuadir a los Rahkshi, que seguían llegando. Habían atravesado las paredes en cuatro lugares y llegaban a Ta-Metru. Nada podía detenerlos, parecía. Al menos hasta que emergió desde el suelo delante de ellos una horda de Bohrok. No era un gran número, sólo los ejemplares que estaban durmiendo en los archivos y el pequeño nido debajo de él, pero fueron suficientes. Los Rahkshi atacaron de inmediato, y los Bohrok respondieron. Los dos bandos estaban enfrascados en combate, y mientras luchaban, los Mahri y los agentes de la Orden interceptaron a los Rahkshi a voluntad. La batalla tuvo altibajos de ida y vuelta, con los Rahkshi sin darse cuenta de que todos los Bohrok querían llegar a la isla de Mata Nui. Si los Rahkshi hubieran salido de su camino, la lucha habría terminado.

La ciudad se sacudió lentamente ante una serie de explosiones, un agente de la Orden desde lo alto de las paredes gritó "¡Voladores! ¡Nos atacan!" Hahli levantó la vista para ver tres aeronaves increíblemente rápidas volando sobre la ciudad, en fila como una, y regresando a donde los barcos esperaban. Una redujo su velocidad y bajo su ala hacia ella, y ella pudo reconocer a Pohatu en el asiento del piloto. Los Toa Nuva habían vuelto a casa.

Pohatu voló su nave devuelta fuera de la ciudad para acabar con los barcos. Mientras tanto, Lewa y Kopaka daban vueltas, destruyendo a los Rahkshi con ráfagas de luz. La vista parecía motivar a los defensores de la ciudad, que subieron de nuevo hacia las brechas en las murallas, dirigidos por Jaller y Hewkii, expulsaron a los Rahkshi.

Por último, la tormenta había pasado. Los barcos de la Hermandad se habían ido al fondo del Mar Plateado, los muros que rodeaban la ciudad habían sido derribados, pero los escombros estaban llenos de Kraata muertas y armaduras destrozadas de Rahkshi. Los invasores que estaban intactos habían huido, al menos los que pudieron escapar de los blasters del Jetrax, Rockoh, y Axalara. Metru Nui estaba a salvo, y como los Toa Nuva confirmaron, el Gran Espíritu había despertado. El poder de la Hermandad de Makuta había sido destruido para siempre. Turaga Dume y Turaga Vakama aparecieron lado a lado para anunciar que mañana sería un día de celebración de toda la ciudad en el Coliseo.

Pero Hahli no tenía ganas de celebrar, ni siquiera ahora. No podía dejar de recordar a Matoro, que había dado su vida para que Mata Nui pudiera vivir. Y a pesar de todos los heridos y muertos entre los defensores, no podía dejar de sentir que todo había sido un poco demasiado... fácil. Es cierto, había habido un poco de ayuda inesperada: las aeronaves, los Bohrok, la tormenta. Pero se había enfrentado a un ejército de Rahkshi. Algo le decía que no deberían haber ganado, al menos no con mucho de la ciudad intacto. Sonrió. Turaga Nokama la habría regañado por preocuparse tanto. No importa cómo parecieran las cosas, el Gran Espíritu estaba despierto por primera vez en más de mil años. La luz había triunfado sobre la oscuridad, ¿no? Los Toa habían alcanzado su destino y salvado el universo, ¿no? Y eso significaba que todo estaba bien otra vez; nada muy malo podía pasar ahora, ¿verdad?

Hahli volteó la cabeza hacia Ga-Metru, tarareando una canción que Nokama le había enseñado. Una escrita hace mucho tiempo que habla de esperanza para el mañana. Tal vez, si no fuera por la música, ella podría haber escuchado el sonido de la risa oscura en el viento.

Personajes[]

Curiosidades[]

  • El comentario de Vezon acerca de sus ciento diez preguntas sin responder es una referencia al gran número de preguntas de la historia que Greg Farshtey recibe a través de su sistema de mensajería personal de BZPower, algunas de las que, inevitablemente, quedan sin responder.


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